La felicidad nos llega a menudo en silencio en los momentos más inesperados de nuestra existencia. Llega como una gaviota impulsada por el viento y se queda con nosotros si no la molestamos con nuestros pensamientos.
No necesitas ser digno para poder lograr lo que deseas, sólo necesitas vivir dejando de lado tus ansiedades habituales y tratando de tener una visión más amplia de la vida.
El amor es como una ola del mar que puede romper antes de tiempo, pero aunque el viento disperse su espuma no se perderá porque dentro de sí tendrá una nueva ola que llegará a la orilla.
Nada es más poderoso que la esperanza que puede estrellarse contra las rocas pero, como el mar, nunca morirá.
El cielo y el mar son como dos espejos que se reflejan durante el día y se escuchan durante la noche.
Los milagros están a la vuelta de la esquina. Sólo hay que saber acogerlos como flores que florecen en un desierto arenoso. Están hechos de amor, claridad y esperanza.
Cuando el amor despierta en nuestra vida es como si sucediera un milagro en nosotros. Nos sentimos comprendidos, protegidos.
Quizás la verdad que hemos dejado hundirse como un naufragio esté enterrada en las profundidades del mar.
La felicidad […] llega a quien la merece, a quien sabe esperar en silencio.
Romano Battaglia