
Al dialogar buscamos principalmente comprender, lo que es un bien común, en vez de convencer, que se trata de un bien individual.
Cuando nos planteamos tener un dialogo o en una conversación con alguien, nos preocupamos de lo que queremos decir, cómo lo queremos expresar y cómo lo podemos comunicar para que nos comprendan mejor y así, preparamos nuestra mente con todas las retahílas de ideas que vamos a exponer y muy pocos identificamos la comunicación con el recibir o escuchar.
Hay un proverbio chino que dice: “Si tenemos dos orejas y una boca es porque escuchar es doblemente mas importante que hablar”
El dialogo es una conversación que está orientada a comprender y no a convencer.
Es una manera de encontrar la verdad, por lo tanto ante cualquier dialogo es importante observar las creencias que tenemos y suspender nuestros juicios para poder explorar juntos todas las posibilidades disponibles, focalizando nuestra atención en lo que de verdad importa, el tema en cuestión, la causa común, para que del resultado surjan propuestas nuevas y genuinas.

El dialogo no es algo nuevo, ya lo practicaban en la Grecia Clásica
Platón, discípulo de Sócrates (que no escribió nada), realizó sus primeras obras en forma de diálogos, con una alta calidad estética y en su mayoría cortos, se reúnen varios amigos y entablan una conversación relativa a un tema de importancia filosófica (el bien, la virtud, el amor, el conocimiento, la belleza, el ser…) en casi todos los diálogos participa Sócrates como interlocutor principal y es quién habitualmente expresa las ideas de Platón. Esta estructura en forma de dialogo le permitió expresar opiniones que hoy en día llamaríamos políticamente incorrectas.
En 1995 un periodista americano, Neale Donald Walsch, publicó un hermoso libro, escrito en forma de diálogos y conversaciones, cuenta que un día, extenuado después de su tormentosa vida, decidió escribirle una carta a Dios, en ese momento escuchó una voz que respondió a sus preguntas, mientras escribía esas cartas llenas de preguntas, las respuestas afluían a su mente y él las escribía. Así nació “Conversaciones con Dios”.
Consta de tres partes, la primera es una autentica revelación que nos abre la mente a ideas nuevas y echa por tierra conceptos que ya nos parecían caducos, la segunda es sobre política y economía sobre todo en EE UU por lo que resulta menos interesante y la tercera es una brillante narración del futuro de nuestro mundo y de cómo funcionan civilizaciones de otros mundos mucho mas evolucionadas.
El autor dice: No se trata de un libro escrito por mí, sino que me ha ocurrido a mí.

En estos momentos de crisis de ideas nuevas, de crisis económica, política, religiosa, de enseñanza, de sentido común, podíamos decir de crisis total y global, la única forma de avanzar, de seguir este nuevo y desconocido camino es con dialogo, diálogos continuos e inteligentes, diálogos para tratar cuestiones de interés común, donde el consenso es la mejor garantía del éxito, y el éxito depende de que se realice un esfuerzo suficiente en un sentido determinado.
Ya hemos dejado de prestar atención a cada una de la “importantes” reuniones político-económica, que día si, día no, se producen. Todas parecen las definitivas y la gran solución y todas terminan en el olvido y realmente no nos enteramos de que pasó y de qué pasa ahora.
Nos sentimos engañados, ninguneados, desprotegidos y lo que es peor, atracados. Han alterado nuestras vidas y nuestro bienestar social e individual.
¿Tan difícil es aprender a dialogar? ¿Por qué les cuesta tanto encontrar soluciones?
Se supone que cuentan con los mejores asesores o personas competentes en estas cuestiones, los intereses particulares de cada país, sus creencias y sus juicios parecen que les impiden dar con nuevas posibilidades, su falta de creatividad, sus viejos patrones no les ayudan a encontrar el nuevo camino, el camino del cambio, la forma de vivir de acuerdo con el Nuevo Paradigma.

Dialogo fructífero
Para que el dialogo en un colectivo sea fructífero y no acabe en discusión debe reunir ciertas condiciones.
La persona que convoca la reunión, el anfitrión, debe cumplir los siguientes requisitos:
Crear un espacio seguro para la comunicación, los asistentes deben sentirse seguros para poder hacer las aportaciones que crean convenientes.
Conseguir que la apertura y la confianza sean la norma y no la excepción.
Animar las aportaciones de nuevos puntos de vista y pedir a los participantes que estén dispuestos a expresar su opinión, expectativas o temores.
Planificar la agenda en un contexto favorable y con tiempo para las deliberaciones.

Dialogo útil
Las normas para practicar el dialogo útil son:
La primera y fundamental, es orientar la escucha para aprender, es decir, evitar la intención de convencer o de querer tener razón y para centrarse en entender los otros puntos de vista.
La segunda es suspender los juicios y hacer un esfuerzo para ponerse en el lugar del otro.
La tercera norma tiene que ver con hablar desde el corazón, desde la experiencia personal y desde aquello que es relevante para uno mismo.
La cuarta norma se trata de encontrar un equilibrio entre la defensa de nuestros puntos de vista y la posibilidad de cuestionarse uno mismo.
La ultima norma es dar espacio para las diferencias, esto se consigue usando…”y”… en lugar de… “si pero”.
Las reuniones deben convocarse desde el respeto por el tiempo de las personas, con un orden del día, una preparación previa, con la idea de que cada tema de la reunión tiene un propietario, con un acta que recoja lo que se decidió hacer y acabar con una evaluación de la reunión de todos los participantes.
El dialogo es una gran herramienta de aprendizaje en equipo,
sirve para aprovechar la inteligencia colectiva
y desarrollar cohesión de grupo.
Fuentes: “Diálogos de Platón“
«Sabiduría Estratégica” de Andrés Martín Asuero.
Libro recomendado: “Conversaciones con Dios” de Neale Donald Walsch .
Mamen Lucas
Ona Daurada
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