Te encuentras situado en un gran espacio abierto, en una gran pradera, delante de ti hay una majestuosa pirámide, iluminada por los rayos de sol que inciden sobre ella.

En la base de la pirámide hay una puerta abierta y entras en el interior.

Al entrar percibes que estas en una gran sala, muy luminosa y espaciosa, sientes la presencia de tu guía, a del algún ser querido que vienen a acompañarte a recorrer esa pirámide.

Hablan contigo y te van enseñando el camino.

La pirámide tiene siete pisos, por una escalera de mármol blanco, subes al primero y allí con la ayuda de tu guía repasas aquello que mas te ha costado aprender desde que iniciaste este camino hacia la luz y el amor.

En el segundo piso, recuerdas otra de las cosas importantes que has corregido.

En el tercer piso, sientes cuanto has crecido y como conseguiste superar aquello que te parecía imposible de lograr.

Continuas tu recorrido por el cuarto, quinto y sexto piso, en cada uno de ellos vas a recibir la información necesaria de aquellas cosas que aun te faltan por cambiar, por pulir, por aprender, aquellas cosas que son especialmente importantes para ti,  para tu evolución y crecimiento.

Por ultimo en el séptimo piso, descubres una sala aun mas llena de luz, una luz radiante y dorada que entra directamente por la punta de la pirámide y debajo de esa luz hay un hermoso estanque, al acercarte ves que se refleja una imagen muy bella y te das cuenta que esa imagen eres tu, pero que solo se refleja la parte mas bella y hermosa de tu ser, que es el reflejo de tu verdadero yo.

Situado debajo de ese potente rayo de luz y conectado con tu verdadero yo, con tu Esencia, percibes la sensación de ser uno con el Todo, de sentir la unión con todas las manifestaciones del ser, de que Todo es  Uno y Uno es el Todo.

Te invade una sensación de paz, alegría, bienestar y un inmenso amor. Una sensación de Libertad, puesto que nada ejerce poder sobre ti y una sensación de Plenitud  puesto que al ser parte del Todo, no necesitas nada.

Texto: Ona Daurada