Todos aquellos que, habiendo cumplido cincuenta años, creen que el futuro ya no tiene destellos ni emociones y parten cansados ​​y decepcionados hacia el invierno de la vida. Convencerse de esto es un error porque esta época es como el mes de septiembre que es la antesala del otoño pero aún tiene luces y colores más intensos que otros meses. El aire es limpio, el mar transparente y las flores de la primavera vuelven a florecer por todas partes. Puede ser el momento más hermoso de tu vida. Sólo hace falta saber mirarlo y vivirlo con sencillez y naturalidad.

Deberíamos tomar el ejemplo de los animales para ser más auténticos y más humanos. Y en lugar de seguir los acontecimientos según la naturaleza, tenemos una actitud de gran presunción ante la vida, como si nunca fuéramos a morir, o dejamos que las pequeñas cosas cotidianas nos depriman y así morimos un poco cada día.

El verdadero amor es luz, es claridad, es felicidad hecha de pequeñas cosas. Es sentirse vivo, feliz, libre, sin miedo ni miedo.

El mar es padre e hijo, deseo de volver a él. El mar es origen de vida, de alegría, de plenitud. El mar tiene largos brazos protectores que siempre pueden recibirte. El mar es un hermano que da mucho sin recibir nada.

El encanto de la naturaleza, el fascinante misterio que la envuelve, son quizás la única llave que tenemos para intentar abrir la puerta que nos separa de la verdad.

Si a cualquier edad puedes inventar una felicidad soñada, el amor tampoco tiene límites de tiempo y puedes hacerlo vivir en el espacio infinito de lo increíble.

Son como una hoja, una hoja pequeña y frágil que, golpeada por el aire, sigue girando sin parar jamás.

Siempre hay una parte de misterio en las personas, que nunca podremos descifrar y por eso, a veces, nos asalta la duda de no haber comprendido, de no haber podido recoger los frutos de una planta que creíamos que tenía. secado. Hay sentimientos tan ocultos y profundos que nadie jamás podrá comprenderlos por completo.

Romano Battaglia