OBSTÁCULOS PARA LA PRÁCTICA DE LA MEDITACIÓN Suelen ser cuatro los mayores obstáculos para la práctica de la meditación, en quienes empiezan la tarea de aquietar las fluctuaciones mentales. Estos obstáculos son: distracción mental, sueño, excesiva sensibilidad física y extravío sensorio. La distracción mental T3 La “distracción mental” es el resultado de la falta de arraigo al presente: la atención vuela intermitentemente a los variados mundos de la fantasía o, simplemente, se posa sin razón alguna en el acto futuro o en el recuerdo pasado. A quien así conforma su estructura mental se le sobreponen los pensamientos, esto es, aparece pensando sin buscar pensar. El ser humano aparece dándose cuenta que está pensando, mas no es él quien impulsa a la mente a crear pensamientos. Tan sólo logra intermitentemente el control cuando el interés por un acto es suficientemente importante para deshacer el hábito de control que la mente ha forjado. El sueño T3 El “sueño” nace también de la falta de atención pero, unido a un manejo erróneo del prana (aire inspirado, energía vital), ocasionando un cambio en el estado consciente, pues se pasa del estado vigílico al onírico. Para evitarlo basta una adecuada respiración mientras se medita. El control de los tres ritmos respiratorios (inspiración, expiración, expiración y retención) que ayuda a inducir un estado de relajación y de control mental. La excesiva sensibilidad física T3 La “excesiva sensibilidad física” ocurre en quien no encuentra una relajación muscular adecuada mientras realiza la práctica de la meditación. Los músculos en tensión inducen molestias de dolor que inclusive impiden el acto meditativo, generando la sensación de malestar general, partes del cuerpo dormidas, etcétera. El sistema muscular es el sitio donde el individuo deposita la tensión con mayor facilidad. Cuando, el cuerpo físico debe estar en perfecto equilibrio pues, de no ser así, la atención, en lugar de posarse en la Conciencia, se desliza una y otra vez a las molestias físicas. El extravío sensorio T3 El “extravío sensorio” resulta de la imposibilidad de asentarse en un único y solo pensamiento: la mente, inundada de estímulos externos, busca emitir constantemente juicios con respecto a su entorno; de esta manera, la mente induce todo tipo de respuestas a sucesos externos como ruidos, viento, calor, etcétera. Control de los sucesos externos T3 Para evitar la respuesta de la mente a sucesos externos puede usarse una de dos técnicas: la primera consiste en “no luchar” contra el juicio proveniente del contacto del sentido con el objeto externo; creer, por ejemplo, que el ruido es un obstáculo hace situar a quien así lo considera en un intento de liberación del ruido y, por lo tanto, lo induce a realizar un esfuerzo consciente para inhibirlo. Haciendo que ahora la búsqueda del no–pensamiento se ha trasladado al intento de no oír. La solución consiste en permitir el ruido, o a cualquier otra forma de estímulo externo detectado por los sentidos, convirtiendo al intruso en parte del silencio. Como ejemplo suponga que, mientras se encuentra en actitud meditativa, el sonido de los gases de escape de una motocicleta invade su entorno psíquico; inmediata y erróneamente culpa al ruido de la motocicleta de impedir su correcta interiorización; entre más luche por no querer oír, con seguridad lo oirá más, a tal punto de llegar incluso a centrarse únicamente en la molesta sensación. ¿Qué hacer? No luche por evitar oír; busque, en cambio, estar suficientemente atento y transformar al cíclico sonido en un amigo. Abra sus sistemas y evite usar las palabras “ruido”, “motocicleta”, “lejanía”, “gasolina”, y todo aquello que lo lleve de una u otra forma a relacionar su memoria con la experiencia sensoria. FOTO La segunda forma de control, consiste en aprovechar que la mente, gracias a su habitual caos y desorden, acostumbra hacer justo lo contrario de lo que se desea. No es sino querer escuchar continua y atentamente algo externo, para que la mente se sitúe en un espacio diferente; si logra atender única y exclusivamente el ruido y trata de encontrar las variadas gamas sonoras que la motocicleta produce, notará que muy pronto la percepción auditiva desaparecerá. La razón de ello estriba en que la mente, acosada por la monotonía del ruido, se ve obligada a salir de la experiencia bloqueando la audición e impidiendo de ahí en adelante, y por un tiempo, el ingreso del sonido. La meta es muy simple: Estar atentos y permanecer siempre presentes. Fuente: Sesha Imagen: Martin Beaupre

OBSTÁCULOS PARA LA PRÁCTICA DE LA MEDITACIÓN Suelen ser cuatro los mayores obstáculos para la práctica de la meditación, en quienes empiezan la tarea de aquietar las fluctuaciones mentales. Estos obstáculos son: distracción mental, sueño, excesiva sensibilidad física y extravío sensorio. La distracción mental T3 La “distracción mental” es el resultado de la falta de arraigo al presente: la atención vuela intermitentemente a los variados mundos de la fantasía o, simplemente, se posa sin razón alguna en el acto futuro o en el recuerdo pasado. A quien así conforma su estructura mental se le sobreponen los pensamientos, esto es, aparece pensando sin buscar pensar. El ser humano aparece dándose cuenta que está pensando, mas no es él quien impulsa a la mente a crear pensamientos. Tan sólo logra intermitentemente el control cuando el interés por un acto es suficientemente importante para deshacer el hábito de control que la mente ha forjado. El sueño T3 El “sueño” nace también de la falta de atención pero, unido a un manejo erróneo del prana (aire inspirado, energía vital), ocasionando un cambio en el estado consciente, pues se pasa del estado vigílico al onírico. Para evitarlo basta una adecuada respiración mientras se medita. El control de los tres ritmos respiratorios (inspiración, expiración, expiración y retención) que ayuda a inducir un estado de relajación y de control mental. La excesiva sensibilidad física T3 La “excesiva sensibilidad física” ocurre en quien no encuentra una relajación muscular adecuada mientras realiza la práctica de la meditación. Los músculos en tensión inducen molestias de dolor que inclusive impiden el acto meditativo, generando la sensación de malestar general, partes del cuerpo dormidas, etcétera. El sistema muscular es el sitio donde el individuo deposita la tensión con mayor facilidad. Cuando, el cuerpo físico debe estar en perfecto equilibrio pues, de no ser así, la atención, en lugar de posarse en la Conciencia, se desliza una y otra vez a las molestias físicas. El extravío sensorio T3 El “extravío sensorio” resulta de la imposibilidad de asentarse en un único y solo pensamiento: la mente, inundada de estímulos externos, busca emitir constantemente juicios con respecto a su entorno; de esta manera, la mente induce todo tipo de respuestas a sucesos externos como ruidos, viento, calor, etcétera. Control de los sucesos externos T3 Para evitar la respuesta de la mente a sucesos externos puede usarse una de dos técnicas: la primera consiste en “no luchar” contra el juicio proveniente del contacto del sentido con el objeto externo; creer, por ejemplo, que el ruido es un obstáculo hace situar a quien así lo considera en un intento de liberación del ruido y, por lo tanto, lo induce a realizar un esfuerzo consciente para inhibirlo. Haciendo que ahora la búsqueda del no–pensamiento se ha trasladado al intento de no oír. La solución consiste en permitir el ruido, o a cualquier otra forma de estímulo externo detectado por los sentidos, convirtiendo al intruso en parte del silencio. Como ejemplo suponga que, mientras se encuentra en actitud meditativa, el sonido de los gases de escape de una motocicleta invade su entorno psíquico; inmediata y erróneamente culpa al ruido de la motocicleta de impedir su correcta interiorización; entre más luche por no querer oír, con seguridad lo oirá más, a tal punto de llegar incluso a centrarse únicamente en la molesta sensación. ¿Qué hacer? No luche por evitar oír; busque, en cambio, estar suficientemente atento y transformar al cíclico sonido en un amigo. Abra sus sistemas y evite usar las palabras “ruido”, “motocicleta”, “lejanía”, “gasolina”, y todo aquello que lo lleve de una u otra forma a relacionar su memoria con la experiencia sensoria. FOTO La segunda forma de control, consiste en aprovechar que la mente, gracias a su habitual caos y desorden, acostumbra hacer justo lo contrario de lo que se desea. No es sino querer escuchar continua y atentamente algo externo, para que la mente se sitúe en un espacio diferente; si logra atender única y exclusivamente el ruido y trata de encontrar las variadas gamas sonoras que la motocicleta produce, notará que muy pronto la percepción auditiva desaparecerá. La razón de ello estriba en que la mente, acosada por la monotonía del ruido, se ve obligada a salir de la experiencia bloqueando la audición e impidiendo de ahí en adelante, y por un tiempo, el ingreso del sonido. La meta es muy simple: Estar atentos y permanecer siempre presentes. Fuente: Sesha Imagen: Martin Beaupre

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *