Todas las personas somos valiosas y dueñas de grandes dones y valores, sin embargo, la opinión que los demás tienen de nosotros, depende de nuestro comportamiento, es decir, es simplemente una cuestión de actitud, la actitud que adaptamos cuando nos relacionamos con las personas que nos rodean.
Y que bien nos sentimos cuando alguien nos dice: “Cuento contigo”. Y que mal si sabemos que alguien dice de nosotros: “No es persona de fiar”.
Podemos conseguir que esta segunda frase no se diga nunca cuando hablen de nosotros.
¿Cómo? ¿Haciendo qué?
Mantener los compromisos.
Mantener y cumplir las promesas tiende puentes de confianza que unen las brechas de incomprensión que puedan existir.
Probablemente nada es tan decepcionante como ser incumplida una promesa importante. La próxima vez que volvamos a hacer una promesa, no nos creerán. Las personas tienden a construir sus esperanzas en torno a promesas; en particular a promesas que conciernen a su subsistencia básica.
Aclarar las expectativas.
Casi todas las dificultades que aparecen en las relaciones tienen su origen en expectativas conflictivas o ambiguas en torno a los roles o metas.
A menudo, las expectativas son implícitas, no han sido comunicadas o al menos no explícitamente, pero sin embargo las personas las incorporan a una situación particular. Siempre que se produce una situación nueva, es importante, poner todas las expectativas sobre la mesa, al dar por sentado que nuestras expectativas son evidentes por si misma y que los otros las comprenden y las comparten, creamos, probablemente, muchas situaciones conflictivas.
No es fácil exponer las expectativas, es un hecho que requiere coraje, aunque es más útil que esperar que las cosas marchen bien por si solas.
Integridad personal.
La duplicidad interior puede socavar casi cualquier esfuerzo tendente a crear confianza. La integridad incluye veracidad, pero va más allá de ella.
La veracidad consiste en decir la verdad, es decir en “adecuar nuestras palabras a la realidad” y la integridad es “adecuar la realidad a nuestras palabras”, en otras palabras, mantener las promesas y satisfacer las expectativas.
Uno de los modos más importantes de poner de manifiesto la integridad, consiste en ser leales con quienes no están presentes. De esta manera construimos la confianza de los que sí lo están. Cuando uno defiende a quienes están ausentes, retiene la confianza de los presentes.
Integridad significa, también, evitar toda comunicación engañosa, desleal o que no respete la dignidad de las personas.
Mentira, es toda comunicación que intenta engañar.
Somos íntegros si al comunicarnos con conductas o palabras nunca intentamos engañar.
Prestar atención a las pequeñas cosas.
En una relación “las cosas grandes son las cosas pequeñas”. Las pequeñas bondades y atenciones adquieren un valor notable, todas las personas por dentro son muy tiernas y sensibles; detrás del exterior más rudo y duro siempre están los sentimientos y los afectos del corazón.
Disculparse sinceramente.
La sabiduría oriental dice: “Si vas a hacer una reverencia, que tu inclinación sea pronunciada”.
Disculparse no es fácil, pero las frases sinceras: “Me equivoqué”, “Lo lamento profundamente”, “No fue amable por mi parte”, tienen un poder innegable para ganar afecto y confianza.
Se necesita mucha fuerza de carácter para disculparse con rapidez, de todo corazón y no de mala gana. Se necesita ser dueño de uno mismo y tener una seguridad profunda respecto de los principios y valores fundamentales de la vida.
Una cosa es cometer un error y otra distinta no admitirlo.
Perdonamos los errores, porque los errores suelen ser cosas de la mente, del juicio; pero no se perdonan fácilmente los errores del corazón, la mala intención, los malos motivos, la justificación por orgullo para encubrir el error.
Comprender a la persona.
Es realmente lo más importante, se puede decir que es la clave de todo lo anterior.
Lo que para alguien es una misión, para otro es una minucia.
Debemos partir del principio de hacer que, lo que es importante para la otra persona sea tan importante para uno como la propia persona.
Comportarse cumpliendo todo esto, no es nada, nada fácil, aunque los resultados merecen el esfuerzo.
Escuchar de los demás cuento contigo y saber que lo dicen de corazón
es una sensación fantástica.
Fuente: Stephen R. Covey
Imgen: Francoise Collandre
Mamen Lucas
Ona Daurada