Sabemos que el debate es un ejercicio de competición entre varias ideas, o entre varios oradores, para ver quien convence al otro ante un público. Por ello el debate suele tratar más sobre interpretaciones del pasado, que resultan más contundentes desde el punto de vista retórico, que sobre exploraciones del futuro.
El fundamento del debate, fue formulado por Aristóteles que creía que lo que era cierto y mejor era más fácil de demostrar y tenía más probabilidades de convencer. Hoy sabemos que una cosa es ser un buen orador y otra que las ideas expresadas sean realmente buenas.
Qué es el diálogo y para qué sirve
Por el contrario, el diálogo es una conversación orientada a comprender y no a convencer. Para ello los participantes toman el compromiso de observar atentamente sus creencias, suspendiendo sus juicios a fin de poder explorar juntos todas las posibilidades disponibles. El énfasis se pone en el propio proceso del grupo más que en el contenido, lo que permite focalizar la atención en lo que de verdad importa, el tema en cuestión, la causa común. El resultado es un ejercicio de creatividad colectiva de donde surgen propuestas nuevas y genuinas, conocimiento compartido, fruto de la creación del grupo y con gran valor añadido. Un ejercicio de inteligencia colectiva.
El diálogo es muy útil para tratar cuestiones de interés común, donde el consenso es la mejor garantía de éxito, ya que el éxito depende de que se realice un esfuerzo suficiente en un sentido.
No es un invento moderno, lo practicaban en la Grecia Clásica de donde viene el término diálogo, pero también lo utilizaban en muchas tribus americanas previas a la colonización occidental. Probablemente haya sido la forma habitual de abordar problemas comunes para los clanes de cazadores-recolectores que organizaban la vida humana durante gran parte de la historia del “homo sapiens”.
Requisitos previos para que exista diálogo
- Crear un espacio seguro para la comunicación. El diálogo es una comunicación basada en la libertad, en ocasiones las aportaciones más interesantes son aquellas que nadie se atreve a formular, por eso todos deben sentir que se pueden expresar con seguridad.
- Hacer, con el ejemplo y la práctica, que la apertura y la confianza sean la norma en vez de la excepción.
- Animar las aportaciones de nuevos puntos de vista. Es importante que las distintas voces se expresen, y así evitar que el grupo se disgregue al ejecutar las decisiones de forma distinta por aquellos que no expresaron su opinión. Ello también exige que los participantes estén dispuestos a expresar su opinión, expectativas o temores.
- Planificar la agenda en un contexto favorable y con tiempo para deliberaciones; el diálogo requiere tiempo y la prisa no ayuda a la comprensión.
El buen diálogo es aquel que agota el tema sin agotar a sus interlocutores
Fuente: Andrés Martín Asuero
Imagen: Armando Barrios
Núria Batlle
Ona Daurada