Tenemos una doble alma

 

El libro “La vida divina” de Sri Aurobindo, está considerado como uno de los mejores que se ha escrito en el pasado siglo. Su escritura profunda y espiritual es elegante, directa y sin palabras altisonantes. Responde a las eternas preguntas de todo ser humano, convierte en razonables y asequibles conceptos sublimes que nuestra pequeña mente no es capaz de asimilar.

No es un libro fácil pero sí imprescindible para todas las personas con ansias de conocer su propio sendero y llegar al mismo centro de la Divinidad.

Al leerlo, se ha creado en mí una nueva visión del mundo, un mundo diferente lleno de Bondad, Belleza y Verdad.

En el siguiente fragmento nos habla de forma bellísima del alma, esa alma a la que sin duda, él llega y alimenta.

 

 

La doble alma en el hombre

El principio de la divina Bienaventuranza debe ser omnipresente en el cosmos, por cierto velado y poseyéndose detrás del fenóme­no real de las cosas, pero aún manifestado en nosotros a través de algún principio subordinado suyo en el que se oculta y mediante el cual debe ser hallado y concretado en la acción del universo.

Ese término es algo en nosotros que a veces denominamos, en un sentido especial, el alma. Vale decir, el principio psíquico que no es la vida ni la mente, mucho menos el cuerpo, pero que tiene en sí mismo la apertura y florecimiento de la esencia de todos estos hacia su propio deleite peculiar del yo, hacia la luz, hacia el amor, hacia la dicha y la belleza, y hacia una refinada pureza del ser.

Sin embargo, de hecho, hay una doble alma o término psíquico en nosotros, así como todo otro principio cós­mico en nosotros es también doble. Pues tenemos dos mentes: la mente superficial de nuestro expresado ego evolutivo, la menta­lidad superficial creada por nosotros en nuestro emerger de la Materia, y una mente subliminal no obstaculizada por nuestra real vida mental y sus estrictas limitaciones, algo grande, poten­te y luminoso, el verdadero ser mental que está detrás de la for­ma superficial de la personalidad mental y que confundimos con nosotros mismos.

De modo que tenemos dos vidas: una externa, envuelta en el cuerpo físico, ligada por su pasada evolución en la Materia, que vive, nació y morirá; la otra, una fuerza sublimi­nal de la vida que no está encajonada entre los estrechos límites de nuestro nacimiento y muerte físicos, sino que es nuestro ver­dadero ser vital detrás de la forma de vida que ignorantemente tomamos por nuestra existencia real.

Incluso en lo que atañe a nuestro ser, existe esta dualidad; pues detrás de nuestro cuerpo tenemos una más sutil existencia material que provee la sustan­cia no sólo de nuestra envoltura física sino también de la vital y mental y por lo tanto, nuestra sustancia real está sosteniendo esta forma física a la que erróneamente imaginamos como cuer­po íntegro de nuestro espíritu.

Asimismo tenemos en nosotros una doble unidad psíquica, el alma-del-deseo superficial que tra­baja en nuestros anhelos vitales, nuestras emociones, facultad estética y búsqueda mental del poder, conocimiento y felicidad, y una subliminal entidad psíquica, un puro poder de luz, amor, dicha y refinada esencia del ser que es nuestra verdadera alma detrás de la forma externa de la existencia psíquica, que tan a menudo dignificamos con el nombre. Cuando llega a la superfi­cie algún reflejo de esta mayor y más pura entidad psíquica, de­cimos de un hombre: tiene alma, y cuando está ausente en su vida psíquica externa, decimos de él: no tiene alma.

Sri Aurobindo

  Un ser consciente, no mayor que un pulgar humano,

está en el centro de nuestro yo;

 es amo del pasado y del presente… él es hoy y es mañana.

Katha Upanishad IV, 12, 13 

Imagen: B. Prabha

Manen Lucas

Ona Daurada

 

 

 

 

 

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