¡Buenos días, árboles!

Colócate de pie, con las piernas ligeramente separadas, y cierra los ojos. Toma conciencia del ritmo de tu respiración e imagínate siendo tu árbol interior.

Con cada inspiración recoges una espiral multicolor de energía que, viniendo desde el corazón del sol que te ilumina y entrando por tu cabeza, llega hasta tu corazón. Con cada expiración, esa energía va descendiendo y sale por tus pies hasta alcanzar el corazón de la tierra en la que te apoyas. Imagina además que esa energía inunda tu ser y despierta todo tu potencial de sabiduría y poder creador.
Después de un rato haciéndolo así, imagina que con cada inspiración recoges una espiral multicolor de energía que, viniendo desde el corazón de la tierra que te sustenta y entrando por tus pies, llega hasta tu corazón. Con cada expiración, esa energía va ascendiendo, despertando en tu árbol interior toda la fortaleza y vitalidad que te permite expandirte y fructificar.
Luego deja de poner atención a tu respiración y, mientras imaginas que esa espiral de energía fluye libre dentro y fuera de ti, recita, con convicción y determinación, la siguiente afirmación: Todo tipo de recursos fluyen a mi vida con facilidad y abundancia, y me siento feliz compartiendo este caudal de prosperidad. Hazlo así hasta que te sientas lleno de confianza, vitalidad y deseoso de colaborar en la expansión de la vida en su totalidad.

Pepa Arcay

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