Libres de creencias

Nos parece que las realidades son las entidades que el pensamiento ha creado a partir de nuestras sensaciones, a partir de lo que captamos con los instrumentos sensoriales. Ésta es la visión opuesta, el camino equivocado y contrario al verdadero. Cuando vemos la realidad así, la estamos viendo exactamente al revés. Algunos científicos de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos explicaron que estamos viendo la realidad como si estuviéramos mirando un tapiz por el lado opuesto. La realidad cotidiana sería como un tapiz visto al revés. Por este lado no se puede ver el sentido, sólo un montón de hilos que relacionamos y contamos, pero nos estamos perdiendo el sentido, no estamos viendo lo que representa ese tapiz: la belleza inmensa de la vida, el sentido unitario que la vida tiene no lo contemplamos porque vemos todo del revés, pasado por el ruido del pensamiento.

Entender la realidad

Cuando entendemos la realidad así, no nos debe sorprender que nos sintamos mal, que a veces estemos deprimidos, otras veces exaltados, aburridos, tristes o agresivos, y toda esa serie de emociones que no controlamos. Es necesario intuirlo de otra manera ¿cómo podría entenderlo el pensamiento?, ¿cómo se puede destronar a un rey esperar que se quede tan tranquilo? Protestará, desde luego. Aquí comienza la obra inteligente que se espera hagamos los investigadores de la verdad. El pensamiento está ahí, no le vamos a tocar, no vamos a distorsionar nuestra mente porque es expresión de la inteligencia, solamente no le vamos a hacer caso. Nada más.

Pasarán los pensamientos según las creencias que hayamos ido alimentando: lo que hayamos oído, lo que haya pasado en nuestra zona consciente, lo que surja en la zona inconsciente que teníamos en reserva, a partir de situaciones no comprendidas. El inconsciente se alimenta de aquello que no se ha visto bien. Lo primero que he de hacer, por tanto, es encontrar una vía para comprenderlo.

El inconsciente

Solamente hay una manera de mantener nuestra mente en libertad, sin dependencias del inconsciente. Encontrémosla. Nos han hablado en psicología de esas dependencias del inconsciente. Y nos asusta que haya algo que nos está moviendo sin saberlo. De hecho no hay ningún enemigo oculto en el sótano de nuestra consciencia. Está siempre apareciendo aquello que se guardó por no haber sido comprendido. Y aparece en cada movimiento que hago en la vida. Todo lo que hago está expresando lo que no comprendí, y cada vez que me muevo en ese mismo lugar estoy arrastrando toda esa incomprensión en forma de deseos, de miedos, de exigencias para mí y exigencias a los demás. Pero habitualmente no puedo iluminarlo, no me encuentro en un lugar verdadero donde pueda iluminar. De hecho, lo que me sucede es que no tengo suficiente serenidad, ni equilibrio, ni tranquilidad para ver, porque estoy siempre con la preocupación de lo que tengo que conseguir, de lo que tengo miedo que me suceda.

No existe ningún enemigo oculto; todas las cosas están siempre presentes porque la vida nos las está colocando delante. Todo lo que no he comprendido es mi enemigo. De hecho lo que considero que soy yo, lo que llamo “yo mismo”, que es ese conjunto de pensamientos según las experiencias del pasado, eso no puede nunca comprender porque lo que toca lo manipula y se convierte en emoción. Ese yo personal no puede comprender porque siempre lo que ve es lo que me conviene o lo que no me conviene, lo que pensaran los demás, lo que producirá buena imagen, lo que está bien para lo que me propongo, lo que tengo que hacer para que los demás me sigan, para resultar cariñoso y que me quieran. Desde este lugar, desde ese yo que es un cúmulo de pensamientos nunca podré comprender.

Atravesadas las zonas condicionadas por creencias y emociones de todas clases, la Luz de la conciencia que eres se manifiesta en un vivir sereno, armonioso y creativo.  La claridad de la conciencia ilumina nuestra vida. Esto quiere decir que lo que vivimos es siempre expresión del lugar interno de la conciencia en que nos encontramos.

Fuente: Consuelo Martín

Imagen: Elizabhet Gadd

Núria BatlleOna Daurada

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