El hábito de lamentarse

 

Hay personas que han desarrollado una habilidad especial para lamentarse y la han convertido en una parte integrante de su comportamiento. En muchas personas, la tentación de quejarse de todos y por todo es constante: protestan por los altos precios, por los mil defectos de su pareja, por la insolencia de los hijos, por el poco tiempo libre y el excesivo trabajo, por el gobierno, por un compañero entrometido, por el clima, por los impuestos…

Instintivamente, la queja puede parecer saludable, beneficiosa, susceptible de descargar la tensión acumulada producida por una injusticia, por un malestar o por una afrenta que consideramos haber soportado durante demasiado tiempo. Sin embargo, a la larga, nos damos cuenta de su ineficacia parta resolver los problemas, desembocando en desilusión y sensación de impotencia. Las lamentaciones no producen cambios positivos, porque para conseguirlos es necesaria la movilización de energía positiva, constructiva y creativa.

 

 

El lamento como obstáculo para la comunicación

Según Paola Secchi, responsable de recursos humanos de Fast & Fluid Management : A menudo las personas se lamentan porque es lo más fácil; lo hacen incluso para no buscar soluciones. Es como decir: “No puedo hacer nada al respecto”. En estos casos se pueden conseguir buenos resultados implicando a los interlocutores de un modo activo, en la búsqueda de soluciones…

La queja resulta también aburrida  porque tiende a la repetición, es decir, suele tener un alto índice de recurrencia. Las personas que se quejan suelen ser siempre las mismas, y los temas de los que se quejan también tienden a ser recurrentes, creando una fuerte sensación de monotonía.

 

 

Ejercicio

Hal Urban, profesor de psicología y ciencias de la educación, explica el siguiente ejercicio que propone a sus alumnos:

  • En primer lugar, pide a sus estudiantes que no se quejen durante un Día entero. Por lo general, ¡su primera reacción es justamente una queja por la dificultad del ejercicio!
  • A continuación, invita a sus estudiantes a que lleven una hoja en la que deberán señalar cada queja expresada o bien cada tentación de queja.
  • El día siguiente se comentan los resultados y se pone de manifiesto que casi ninguno de ellos ha sido capaz de evitar algún lamento desde el día anterior.

¿Cuál es la finalidad del ejercicio? Demostrar con cuánta facilidad nos lamentamos y evidenciar que en la mayoría de los casos, no hay motivos serios para quejarnos.

Fuente: Stefano Di Benedetto

Imagen: Falk Gernegross

Núria Batlle

Ona Daurada

 

 

 

 

 

 

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