El poder de elegir

 

Tienes el poder de elegir, no como consecuencia de un aprendizaje, sino por genética, de tal modo, que lo que realmente no puedes hacer es “no elegir”. Tu cerebro está continuamente tomando decisiones de las que no eres consciente. Y tu mente resuelve cada día pequeñas o grandes elecciones. Y aún en el caso de que decidas no elegir, ya has elegido; has elegido el hecho de no elegir.

El río de la vida te traspasará, trayéndote múltiples experiencias cada día y algunas o muchas, son situaciones que tú no has elegido. La vida quiere que crezcas y te desarrolles como ser humano. Así, cada experiencia que te trae forma parte del proceso de crecimiento y parte de este proceso es el hecho de elegir cómo vivir esa situación dura y difícil. De tu elección va a depender cómo te sientas al final del camino, orgulloso y satisfecho o con la sensación de haber malgastado tu vida.

No puedes “no elegir”, pero puedes aprender a elegir lo más adecuado y conveniente para ti y para los seres que te rodean.

 

 

¿Cómo elegimos?

El primer paso de este aprendizaje es saber en base a qué decidimos, por qué elegimos hacer una cosa o la contraria y…, ahondando más ¿somos realmente libres para tomar las decisiones? o estamos condicionados de antemano.

En gran medida nos comportamos, y por lo tanto elegimos, de acuerdo a nuestros valores y a nuestras creencias, que son consecuencia de toda la información que hemos recibido de nuestro entorno.

Cuando nacemos no sabemos nada, todos los conocimientos que tenemos ahora los hemos recibido de fuera.

 

 

 ¿Qué son los valores?

Los valores son principios, cualidades o entidades intrínsicamente valiosos o deseables y constituyen la fuente primaria de la motivación interna.

Cuando vivimos de acuerdo con nuestros valores experimentamos una sensación de satisfacción, armonía y sintonía con la vida.

Los valores de una persona no cambian, puede cambiar su prioridad en las diversas etapas de la vida pero los valores siempre son los mismos. Todos tenemos un valor primordial, el más importante que configura nuestra forma de vida.

Los progenitores o las personas que hacen de padre o madre marcan indeleblemente estos valores.

Puedes hacer una pequeña investigación sobre el origen de tus valores.

Haz una lista con todas aquellas cosas que tú “crees o haces” porque lo hacía tu padre y otra de aquellas cosas que “no haces, ni crees” por que lo hacía tu padre. Repite la lista en lo referente a tu madre. Te sorprenderá de cuánto y qué descubres sobre ti mismo.

 

 

¿Qué son las creencias?

Las creencias van íntimamente ligadas a los valores. Son estructuras cognitivas que conectan los valores con otros aspectos de nuestras experiencias. Las creencias son fundamentalmente juicios y evaluaciones sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el mundo que nos rodea. Dos personas pueden tener el mismo valor, pero, si las creencias que concretan ese valor son diferentes, sus enfoques frente a una situación pueden ser contradictorios.

Las creencias se pueden transformar. En principios podemos hablar de creencias limitadoras, que nos impiden alcanzar nuestros objetivos, y creencias potenciadoras que nos ayudan a conseguirlos.

Una creencia potenciadora en una etapa de la vida puede dejar de serlo más adelante y limitarnos en nuestro proceso de crecimiento.

La Programación Neuro Lingüística (PNL), es la disciplina más adecuada para transformar nuestras creencias en otras de nivel superior, un nivel más alto y amplio, y conseguir posteriormente que nuestra mente (nuestro mapa mental) quede libre de toda creencia, que esté limpia y abierta para tener una mayor conciencia de lo que hay y respetar las ideas de los demás.

Ser capaces de elegir con libertad y de asumir

la responsabilidad de nuestra elección, es el objetivo.

Imagen: Alla Tsank

Mamen Lucas

Ona Daurada

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