Vivimos en mundos interpretativos, no sabemos cómo las cosas son, sólo sabemos como las observamos o como las interpretamos. Y es a partir de esta observación y su consiguiente interpretación, cómo vamos creando nuestros juicios sobre el mundo en el que vivimos.
Así pues, podemos pensar que los juicios representan el núcleo de la identidad de las personas. Nuestros juicios, lo que pensamos y creemos, nos proporcionan los parámetros básicos para nuestra existencia. Nos brindan la dirección adecuada para transformarnos e introducirnos en el futuro, es decir, orientan nuestras acciones hacia el futuro. Las virtudes y los vicios descansan en los juicios; y ellos, definen el sentido o sin sentido de nuestra existencia. Realmente, los juicios representan el núcleo fundamental de la existencia humana.
Existe una estrecha relación entre nuestros juicios y nuestros actos, pues, no sólo actuamos de acuerdo a como somos, también somos de acuerdo a como actuamos. La acción genera ser, uno deviene de acuerdo a lo que hace. Si modificamos nuestras acciones, modificamos nuestra identidad; transformamos nuestro ser, cada acto crea un hábito y el hábito crea el carácter. Al cambiar nuestros actos, cambiamos también nuestros juicios acerca de nosotros y de la interpretación que del mundo tenemos.
Nuestros juicios nos permiten actuar de acuerdo a los sistemas sociales a los que pertenecemos, pero a través de nuestras acciones, podemos cambiar esos sistemas sociales.
Emociones y estados de ánimo
Las emociones y los estados de ánimo son constitutivos de la existencia humana.
Condicionan cómo vemos, escuchamos, lo que decimos y cómo hacemos las cosas, por tanto, determinan cómo nos posicionamos frente a las situaciones de la vida y en la manera de afrontar los conflictos.
La emoción define la acción, nos predispone para la acción y consecuentemente pasan a la relación con el mundo.
Las emociones pertenecen a quien las tiene, no al entorno, pero injieren en el entorno puesto que influyen en nuestro comportamiento.
Tipos de emociones
Las que vemos: Son precedidas por los acontecimientos. Son “reactivas”, generadas por un “quiebre”, por algún acontecimiento; y “especificas” si podemos identificar el acontecimiento
Las que no vemos: No tenemos conciencia de ellas pero se hacen transparentes por medio de nuestros estados de ánimo. Estas emociones no están relacionadas con un acontecimiento específico, en realidad son juicios automáticos que tenemos del mundo que nos rodea. El conocimiento profundo de estas emociones nos facilita información específica sobre nuestro posicionamiento en el mundo y nos proporciona un amplio horizonte de posibilidades, pues cada emoción responde a un juicio de valor con el que interpretamos no sólo nuestros pensamientos y sensaciones sino también los hechos externos.
En coaching se trabaja con estas “emociones capacitantes” pues cada una de ellas es en sí misma una estrategia para responder a nuestro estado de ánimo y conformar nuestros juicios sobre el mundo en el que vivimos.
Toma control de tus emociones de manera consistente y
concientemente y deliberadamente
transforma las experiencias de tu vida diaria.
Tony Robbins
Imagen: María Kreyn
Mamen Lucas
Ona Daurada