La indagación nos revela un aspecto innato de nuestro ser

 

Un pensamiento resulta inofensivo a menos que nos lo creamos. No son nuestros pensamientos, sino nuestro apego a ellos, lo que originan nuestro sufrimiento. Apegarse a un pensamiento significa creer que es verdad sin indagar en él. Una creencia es un pensamiento al que hemos estado apegados, a menudo durante años.

Tras un sentimiento incómodo se esconde un pensamiento que no es verdadero para nosotros. “El viento no debe estar soplando”, “Mi marido debería estar de acuerdo conmigo”. Tenemos un pensamiento que discute con la realidad, experimentamos un sentimiento estresante, y después, actuamos sobre este sentimiento, creando todavía más tensión. En lugar de comprender la causa original –un pensamiento-, tratamos de transformar nuestros sentimientos estresantes buscando en el exterior.

Es fácil dejarse llevar por un sentimiento abrumador, de modo que resulta útil recordar que cualquier sentimiento estresante es como una alarma compasiva de un despertador que dice: “Estas atrapado en el sueño”. Por lo general, cobramos conciencia del sentimiento antes que del pensamiento.

Investigar un pensamiento falso siempre conduce de nuevo a quien realmente eres.

Si pones la mano en el fuego, ¿es necesario que alguien te diga que la retires? ¿Tienes que decidir? No, cuando la mano se empieza a quemar, se aleja del fuego. No es necesario que la dirijas, lo hace sola.

Examinamos el pensamiento, sentimos nuestra mano en el fuego, y naturalmente, volvemos a la posición original; no es necesario que nos lo digan. La próxima vez que aparezca el pensamiento, la mente se aparta automáticamente del fuego.

 

 

La indagación

La indagación es un procedimiento para poner fin a la confusión y experimentar la paz interior, incluso en un mundo donde existe un caos aparente. Por encima de todo, consiste en comprender que todas las respuestas que necesitamos siempre están a nuestra disposición en nuestro interior.

La indagación nos revela, desde lo más profundo de nuestro interior, un aspecto innato de nuestro ser. Tras practicarla durante un tiempo, adopta su propia vida en nuestro interior. Siempre que los pensamientos aparecen, ella los acompaña y los equilibra. Esta asociación interna aporta una libertad que nos permite vivir como oyentes amables, flexibles, valientes, y divertidos, como estudiantes de nosotros mismos. A la larga esta comprensión se experimenta automáticamente y constituye una forma de vida. El proceso resulta tan sutil que tal vez ni siquiera tengas la menor conciencia de él. Quizás únicamente sepas que antes sufrías y ahora no.

Los pensamientos son como la brisa o las hojas en los árboles o las gotas de lluvia que caen. Aparecen del mismo modo, y a través de la indagación, podemos entablar amistad con ellos. ¿Discutirías con una gota de lluvia? Las gotas de lluvia no son personales, como tampoco lo son los pensamientos.

O bien te apegas a tus pensamientos

o bien indagas en ellos.

 No hay otra opción.

Fuente: Katie Byron

Núria Batlle

Ona Daurada

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *