Carl Huter, fundador de la psico-fisonomía, afirma que el ojo humano indica el nivel de evolución del individuo, el cual aumenta a medida que la dirección de su mirada se enfoca más y más hacia arriba, a medida que aumenta su tamaño, y a medida que su capacidad de radiación también aumenta. Naturalmente resulta difícil detectarlo porque no hay parámetros para medir la radiación del ojo, y tampoco resulta fácil discriminar la dirección de la mirada del ojo humano.
Carl Huter, ha llegado a la conclusión, tras su trabajo de más de treinta años, de que existen siete tipos de mirada: a medida que la persona va evolucionando, su mirada tiende más a enfocarse hacia arriba. Sin embargo la dirección de la mirada no es algo que sea fácil de detectar; se necesita bastante práctica para llegar a una síntesis efectiva.
La mirada del ojo izquierdo, expresa la parte egóica, material, circunstancial, el cómo la persona está adaptada al mundo, es el ojo del ego.
La mirada del ojo derecho, expresa la parte espiritual, es el ojo del alma, sino transmite nada no hay alma detrás
Los siete tipos de miradas
Se corresponden con las siete direcciones de la mirada:
- Mirada observadora o escrutadora, se caracteriza porque los dos párpados no dejan entrever más que una parte reducida del iris. Estas personas tienen una gran capacidad de percepción, pero carecen de capacidad de síntesis.
- Mirada representativa, se caracteriza porque los párpados están más abiertos, de modo que el iris resulta más visible. La dirección de la mirada es prácticamente horizontal. Corresponde a personas soñadoras, “románticas”, que viven de recuerdos del pasado. Son personas afables, simpáticas, pero poco activas.
- Mirada jurídica, se caracteriza porque los párpados están abiertos y el globo del ojo se mantiene en una posición horizontal. Es una mirada fija, directa y al mismo tiempo parece salirse de las órbitas. Esta mirada es típica de las personas que tienen capacidad para controlar previendo todas las circunstancias. Puede mostrar, no obstante, una cierta severidad para que la acción se realice.
- Mirada filosófica, se caracteriza porque tanto la dirección de la mirada como los párpados se dirigen ligeramente hacia arriba. Esta mirada es típica de la persona que empieza a comprender que, además del mundo material, existe el espiritual. La clave de esta mirada está en su aspecto de abstracción, de mirada perdida en el más allá. Intenta
- relacionar este mundo con aquel otro que empieza a percibir como igualmente real.
- Mirada sabia, se distingue porque el párpado superior es grande y la mirada expresa profundidad y serenidad. En este tipo de mirada, aparte de la pureza e inteligencia que emana del iris, nos encontramos con que el párpado superior está bellamente abombado y que la mirada tiende hacia lo alto.
- Mirada ética, muestra un párpado superior también amplio y un enfoque del globo ocular ligeramente más alto. Lo más significativo es que la persona en esta fase de evolución, no sólo conoce las leyes sagradas, sino que las practica conscientemente, lo cual se traduce en una limpieza y una claridad especial de su mirada.
- Mirada religiosa- mística, se caracteriza por la elevación de la mirada hacia lo alto. Corresponde a la persona unión con los seres superiores, con la esencia íntima del ser humano.
Las miradas observadora, representativa y jurídica, las podemos poner todos en algún momento, en cambio, las miradas filosófica, sabia, ética y religiosa, si no lo somos no las tenemos.
Sólo personas muy capacitadas saben hacer un verdadero examen del rostro y una valoración de la evolución personal, incorporando también el conocimiento sobre la energía de cada uno de los siete rayos del Cosmos, que es como el combustible de la vida, el alma lleva el depósito lleno de una de estas energías.
Cuando el ojo se expresa como alma se ve la energía de rayo de alma.
Cuando el ojo actúa como ego tendrá su energía de rayo de ego.
Así pues, recuerda que según vivas así será tu rostro, y que tu rostro es la parte de tu cuerpo que más dice de ti.
Fuentes: Josep Fàbregas
Núria Batlle
Ona Daurada