Meditación sobre el tiempo from Ona Daurada on Vimeo.
Cuando descanso en el testigo puro y simple, me doy cuenta de que no estoy atrapado en el mundo de tiempo.
El testigo existe únicamente en el presente atemporal. Y, ése no es un estado que sea difícil de alcanzar sino, por el contrario, un estado que resulta imposible de evitar.
El testigo sólo ve el presente eterno porque lo único realmente verdadero es el presente eterno.
Cuando pienso en el pasado, esos pensamientos pasados existen ahora mismo, en este mismo instante, y cuando pienso en el futuro, esos pensamientos futuros existen ahora mismo, en este mismo instante.
El pasado y el futuro aparecen precisamente ahora, en la simple conciencia omnipresente.
Y aquel momento pasado en que ocurrió tal o cual cosa también tuvo lugar en el presente, del mismo modo que, cuando en un futuro ocurra esto o aquello, también ocurrirá en el presente.
Lo único que existe es el ahora, lo único que existe es la omnipresencia del presente, eso es lo único que puedo conocer directamente.
Así pues, el presente eterno no es difícil de alcanzar sino imposible de evitar, algo que resulta evidentemente patente cuando descanso en el puro y simple testigo y observo el modo en que el pasado y el futuro discurren por la simple conciencia omnipresente.
Ése es el motivo por el cual, cuando descanso en el testigo simple y omnipresente, me hallo fuera del tiempo, porque cuando descanso en la simple conciencia testigo, advierto que el tiempo discurre frente a mí o a través de mí del mismo modo que las nubes a través del cielo.
Y precisamente por ello puedo ser consciente del tiempo, puesto que en la simple presencia, cuando mi esencia reposa en el puro y simple testigo del Kosmos, yo soy atemporal.
Ken Wilber
Imagen: Armando Alemdar