Cierra los ojos. Respira profundamente.
Tomate unos instantes para estar contigo mismo, para llegar a tu quietud.
Pon la atención en tu cuerpo.
¿Cómo te sientes?
¿Hay alguna parte que notes más tensa?
Localízala y respira hacia esa parte…, siente cómo se relaja.
Toma conciencia de cada parte de tu cuerpo físico.
Siente cada parte de ti (puede que te ayude imaginar que estás paseando dentro de ti)
Siente todos tus órganos, tu piel, tus uñas, tu pelo…
Todo es un complejo organismo de células agrupadas.
Imagina tus células, todas están vivas y cumpliendo su función.
Cada célula de tu cuerpo sabe cómo y qué tiene que hacer para mantenerte sano y vivo.
La división del trabajo entre las células de esa comunidad, que eres tú, garantiza tu supervivencia.
Los componentes básicos de esas células son: el núcleo que contiene el material genético, las mitocondrias que producen energía, la membrana externa y el citoplasma que rellana el interior.
En esa membrana se encuentran los receptores celulares y esos receptores son el vehiculo a través del cual tu “yo” se “descarga” del entorno.
Respira profundamente.
Pon tu atención en las membranas de esas células.
¿De que color son?
¿Qué textura tienen?
Con la ayuda de tu respiración vas expandiendo esas membranas, hasta que se transformen en una sola membrana que te envuelve por completo.
Deja que se expanda…que salga de ti.
Respirando, vas extendiendo la membrana… cada vez más.
Cuando sientas que has llegado al punto de máxima expansión, relájate y descansa.
Permanece el tiempo que necesites en ese estado en el que te encuentras.
¿Ha cambiado el color?
¿Y la textura?
¿Percibes algo distinto a ti o a alguien?
Aprovecha este entorno de conciencia y paz que te rodea y hazte aquellas preguntas que son importantes para ti.
Las preguntas más profundas de tu alma.
Es probable que la respuesta no sea inmediata, simplemente deja que la cuestión planteada resuene en tu interior.
Puede que la solución llegue o puede que no.
A lo largo de las horas o días siguientes, estate atento (estate atenta) a los signos y sincronicidades que pueden proporcionarte la respuesta.
Poco a poco, de forma lenta y suave vas regresando hacia tu cuerpo físico.
Siente como cada membrana se coloca en su célula correspondiente.
Tomate tu tiempo.
Mueve ligeramente las manos, los pies, la cabeza… y abre los ojos.
Mamen Lucas, basado en texto de Bruce H. Lipton.