Las emociones ¿cómo las hacemos evolucionar?

 

¡Emociones! Alegría, tristeza, esperanza, desesperación, pasión, anhelo, ganar, perder y más y más. En definitiva podemos seguir hasta el infinito pensando en todos los aspectos de la vida humana, buenos, malos y feos, sorprendentes y enriquecedores. ¿Te reirías o sonreirías alguna vez si no existiesen las emociones? Probablemente no. ¡Y ni siquiera te importaría!

 

 

¿Qué es exactamente una emoción?

Siempre se había dicho, en teoría, que las células tenían “receptores” alrededor de la pared exterior de la célula, donde se descargaban las “sustancias químicas”.

Tras su descubrimiento, los científicos comenzaron a mirar los receptores y los péptidos con ojos completamente nuevos. Como dice la doctora Pert, “empezamos a considerar los neuropéptidos y sus receptores como moléculas de la emoción.

Estaba claro que todo lo que sentimos, cada emoción, produce una sustancia química o un compuesto químico específicos que se corresponden con la emoción. Estas sustancias químicas o neuropéptidos, o moléculas de la emoción (MOE), se elaboran en el hipotálamo.

Esto significa que cada emoción lleva asociada una sustancia química (MOE), y la absorción corporal de dicha sustancia por parte de las células es lo que suscita el sentimiento de emoción.

La conexión de las moléculas de la emoción con lo que percibimos y experimentamos es muy directa. Prestamos atención a lo que es importante, y lo que es importante o muy significativo para nosotros, las moléculas de emoción lo transmiten al cuerpo por vía química y con mucha rapidez.

Primero está el reconocimiento del estímulo; luego, la aplicación de un significado o interpretación del mismo; después la orden al hipotálamo de lanzar neuropéptidos al torrente sanguíneo y ¡bombear! Es el sentimiento. Así pues las emociones son buenas ¿verdad? Absolutamente. Seguro. Son vitales.

Tal y como explica Joe Dispenza, “hacemos un análisis de cada situación para ver si nos resulta conocida; la sensación conocida se convertirá después en el medio por el que podremos predecir un acontecimiento futuro. Todo lo que no nos cause alguna sensación, lo descartamos automáticamente, pues no podemos relacionarlo con las sensaciones”.

 

 

¿Qué problema hay con las emociones?

En lugar de evaluar una experiencia realmente nueva desde una perspectiva nueva, tendemos a suponer que es una experiencia que ya tuvimos anteriormente.

Cuando los mismos acontecimientos químicos se repiten una y otra vez, el resultado es una historia emocional acumulativa. Esta historia va acompañada de pautas identificables y de respuestas predecibles que se nos insertan en el cerebro.

Esto significa que nuestras pautas y respuestas se repiten sin que tengamos que pensar en ellas: estímulo-respuesta-estímulo-respuesta-estímulo-respuesta. El mecanismo del camino más corto para sobrevivir se convierte en una trampa siempre en el mismo punto, una y otra vez.

Otra “engañifa” son las emociones ocultas, soterradas y reprimidas. Como el jefe que, olvidando que estamos en el siglo XXI, entra y te tira el informe sobre la mesa y comenta: ”No es un buen informe”. Te mueres de miedo y se disparan las emociones: jefe disgustado, pérdida de sustento, familia desprotegida, los bárbaros invaden el poblado, muerte al jefe. Tu cuerpo ya ha respondido a situaciones pasadas y las sustancias químicas se han abierto camino.

 

 

¿Cuál es la buena noticia?

Supervivencia para comenzar. Tus emociones te ayudan a sobrevivir proporcionándote una referencia.

Ir por el mundo con emociones te hace sentir la genuina experiencia de estar vivo, de sentir, de amar, de odiar, de vivir. Sin ellas la vida sería aburrida.

Nos proporcionan mucho más que la mera supervivencia. Contribuyen a la evolución en constante desarrollo. Esto es la evolución, no en el sentido corporal, sino en el sentido espiritual, no-físico.

Si experimentamos una y otra vez la misma emoción

y nunca la jubilamos convirtiéndola en sabiduría,

nunca evolucionaremos como personas dotadas de alma.

Joe Dispenza

 

 

Si quieres evolucionar como persona, escoge una limitación tuya que conozcas y actúa conscientemente para cambiar tus propensiones. Ganarás algo… sabiduría.

Nuestra evolución completa conecta firmemente toda nuestra vida con las emociones, son inevitables. De modo que la verdadera pregunta es: ¿cómo las utilizamos? ¿Cómo las hacemos evolucionar? ¿En qué nos estamos convirtiendo?

La pasión, el amor divino, el sentirse uno con todo, la felicidad absoluta, las experiencias místicas, todo son emociones. Generan los neuropéptidos que inundan el cuerpo y alteran hasta la conciencia misma. Una profunda toma de conciencia, puede restructurar el cerebro de un modo tan significativo que, cuando la persona vuelve tras haberla experimentado, es una persona diferente.

Todas nuestras emociones fueron así algún día. Y la razón por la que seguimos volviendo a ellas es porque eran deliciosas. Lo atractivo de la evolución es que existe la posibilidad de tener otras emociones novísimas, aún más cautivadoras y más estimulantes. Hay que apartar capas de la memoria y la costumbre para interactuar con un mundo que ahora es una evolución espectacular.

Fuente: William Arntz, Betsy Chasse y Mark Vicente

Imagen: Stephen Gjertson

Núria Batlle

Ona Daurada

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *