Reencarnación

 

La reencarnación es la creencia según la cual los seres humanos se ven forzados, por la ley de la evolución, a encarnar una y otra vez en vidas progresivamente superiores.

Esta evolución se ve retardada por las acciones y los deseos errados y acelerada por los esfuerzos espirituales, hasta que finalmente se alcanza la realización del Ser y la unión con Dios. Habiendo así trascendido las limitaciones e imperfecciones de la conciencia mortal, el alma se libera para siempre de la necesidad compulsiva de reencarnar.

Las doctrinas hindúes y budistas afirman que la conciencia transmigra de un cuerpo a otro. Buda predicó que los seres humanos carecían de un alma permanente, sin embargo la práctica totalidad de los budistas creen que el ego espiritual, una especie de agregado energético relativamente permanente de estados de conciencia, renace una y otra vez hasta llegar a la iluminación final.

 

 

El Bhagavad-Gītā

Toda la Filosofía Védica y en consecuencia el Hinduismo o Sanātana Dharma, carece de sentido si

no se admite la existencia de la reencarnación.

En El Bhagavad-Gītā (El Canto del Señor), quizás el texto más bello de la literatura Védica, se afirma:

“Así como en este cuerpo el alma encarnada pasa continuamente de la niñez a la juventud y luego a la vejez, de la misma manera, el alma pasa a otro cuerpo en el momento de la muerte”.

Según El Bhagavad-Gītā, existen en el universo un total de 8.400.000 especies de vida, incluyendo variedades de microbios, peces, plantas, insectos, reptiles, pájaros, bestias y humanos. En el momento de la muerte, el alma se traslada de un cuerpo viejo a otro nuevo.

(Las últimas estimaciones científicas, hablan de 5.400.000 especies en la Tierra, aunque eso, como muchas otras «verdades» en este campo, es sólo un cálculo aproximado. Algunos sitúan el número total de las diferentes formas de vida por debajo de esa cifra, mientras que otros la disparan hasta las varias decenas de millones.)

Además El Bhagavad-Gītā explica: Cualquier estado de existencia que uno recuerde cuando abandona el cuerpo, ese mismo estado será el que obtenga sin falta en su vida siguiente. En otras palabras, las experiencias de nuestra vida, así como nuestros pensamientos, provocan una impresión en la mente, y el compuesto de las mismas constituye el recuerdo final a la hora de la muerte.

Nuestro cuerpo actual es el resultado de una larga serie de acciones y reacciones experimentadas en esta y otras vidas previas. Esta ley de la naturaleza es conocida en sánscrito como ley del karma, en palabras simples: cada acción tiene una reacción.

El que actúa de manera justa recibe buenos resultados en la vida siguiente, y el que actúa de un modo negativo tiene que experimentar reacciones adversas en esta misma vida o en un próximo nacimiento.

Los seres humanos constituyen la única especie sujeta a esta ley de karma, porque sólo el ser humano está dotado de una inteligencia superior.

Los Vedas explican que las formas de vida más bajas están bajo el control de la naturaleza y sus instintos, por lo tanto no se los considera responsables por sus actividades.

En la forma humana de vida, sin embargo, el alma puede liberarse a sí misma del ciclo de la reencarnación si llega a autorrealizarse. Por lo tanto, el alma que habita un cuerpo humano está en una encrucijada crítica.

Mediante la comprensión de los principios de la reencarnación tal como están explicados en El Bhagavad-Gītā, nosotros, como almas vivientes, podemos llegar a liberarnos del repetido ciclo de nacimientos y muertes.

Los Vedas nos instruyen sobre cómo podemos reasumir nuestra posición constitucional natural en el mundo espiritual eterno de conocimiento y bienaventuranza.

 

 

Reencarnación y cristianismo

Existen muchos vestigios sobre la reencarnación en la Biblia, y era aceptada en los primeros tiempos del cristianismo.

El cristianismo aceptó la reencarnación hasta el año 325 DC., en el que emperador Constantino, en su intento de mantener la unidad del Imperio Romano, convocó a los lideres de las facciones cristianas, que estaban en continua pugna, al Concilio de Nicea. Las decisiones que se tomaron en este concilio dieron lugar a la Iglesia Católica Romana. Los libros de la Biblia fueron editados y “corregidos”, en este proceso las facciones y los escritos que creían en la reencarnación fueron desechados.

Algunos cristianos continuaron creyendo en ella, puesto que en el año 553 DC.  la Iglesia Católica Romana, empujada por el emperador Justiniano, que quería acabar con la Iglesia disidente de Orígenes (padre de la iglesia cristiana original), en el segundo Concilio de Constantinopla, decretó que el concepto de la reencarnación, así como la “preexistencia del alma” era un crimen merecedor de la excomunión y condenación, es decir, un anatema.

Desde entonces y hasta ahora, la Iglesia Católica cree en la Resurrección de la carne el día del Juicio Final y no acepta la reencarnación.

 

 

Conclusión

En la actualidad parece más fácil creer en la reencarnación que en la resurrección de la carne.

Los múltiples estudios recientes en parapsicología, biología, neurociencia, ciencia del cerebro y sobre la conciencia, nos acercan más a la idea de aceptar, que como parte del universo que somos, estamos inmersos en un proceso de evolución constante, en un proceso continuo de creación – destrucción.

En cualquier caso, es una de las muchas cosas que la humanidad todavía no ha resuelto y que sigue perteneciendo al campo de las creencias y como tal, cada persona es libre de pensar o elegir la opción que desee.

Imagen: Arvind Kolapkar

Mamen Lucas

Ona Daurada

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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