La timidez es un aspecto del comportamiento que se caracteriza por la incapacidad de expresar adecuadamente determinados sentimientos o pensamientos.
La timidez como característica, como rasgo de la personalidad, la tenemos casi todas las personas. Pero ello no nos impide por lo general actuar y afrontar las cosas como mejor sabemos y podemos.
La verdadera timidez es aquella sensación de impotencia para interactuar en presencia de otras personas, ya sean conocidas o sobre todo desconocidas.
Esa situación le produce tal estrés al tímido que prefiere no enfrentarse. Generalmente desarrolla una conducta evitativa, es decir, huye y no lo afronta.
Generalmente la persona que es realmente tímida, suele ser reservada, callada, demasiado discreta, precavida con un enorme miedo a equivocarse o hacer el ridículo. Por ese excesivo miedo no se arriesga a nada, y como no se arriesga no aprende y no avanza en tomar decisiones y cada vez tiene más sensación de que no hace lo que debe, y se queda sin hacer lo que la ayudaría a ir perdiendo poco a poco el miedo enorme a su fracaso.
Cuando la timidez se convierte en patología se precisa una terapia asertiva, para que con modificación de conducta mejore tanto sus pensamientos como, gradualmente, sus actos de afrontamiento y sus habilidades sociales.
Introversión
El perfil psicológico de la persona tímida entronca muy fácilmente con una cualidad que llamamos introversión.
El introvertido, que podríamos asemejar con mucho respeto con la persona tímida, es alguien que está satisfecho con su forma de ser, no tiene muchos amigos, no gusta de grandes grupos ni de fiestas sociales y los bullicios le incomodan.
La asertividad para mejorar la timidez
La asertividad es una habilidad social que permite elaborar conductas que hagan afirmar o reafirmar la propia opinión, sobre todo en las relaciones interpersonales. Gracias a esa habilidad social, se obtiene un autorrefuerzo de uno mismo clarificando y defendiendo la forma de pensar.
La asertividad ayuda a disponer de determinados pensamientos que irán a su favor en el momento de afrontar la situación.
Lo importante es actuar, enfrentarse sin miedo, con plenas garantías de que si los demás pueden, yo también.
La autoestima
Toda persona tiene sus propios sentimientos, producidos por sus pensamientos desde su nacimiento. La evolución, la educación, la experiencia… nos van forjando una manera de pensar y de ser, que se van manifestando de diferentes maneras ante situaciones sociales, personales y experimentales, dependiendo mucho de nuestros éxitos y fracasos. Estos dejan una secuela en nuestra forma de pensar y de sentir, y esas formas influyen en nuestra personalidad, en lo que podríamos llamar nuestra autoestima.
La persona tímida en alto grado es también insegura, creando un clima de baja valoración y baja autoestima.
La primera característica de la autoestima es valorarnos a nosotros mismos tal y como somos. Soy tímido, pues muy bien, lo soy y lo acepto y además puedo cambiar.
Lo importantes es no “odiarse”, “rechazarse a sí mismo”, porque esa continua repetición de este tipo de pensamientos negativos, produce ansiedad, cambios de humor, culpas, hipersensibilidad ante situaciones normales,… Sin embargo la continuada y sistemática información positiva creará una nueva forma de pensar, de sentir y de tener más confianza y seguridad en uno mismo, aunque se siga siendo tímido.
La autoestima baja es como conducir por la vida
con el freno de mano puesto
Maxwell Maltz
Imagen: Marcial Farfan
Núria Batlle
Ona Daurada
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