Todos, en mayor o menor grado, adoptamos la postura de víctima, observamos en nosotros síntomas de victimitis, podremos reconocer hasta que punto estamos infectados, y si la infección es ocasional o permanente.
Examinaremos qué nos procura y cuanto nos cuesta este estado de ánimo. Si produce más de lo que cuesta, podremos conservarlo porque somos ganadores. Si nos cuesta más de lo que nos beneficia, nuestro sentido práctico nos llevará a buscar otro estado de ánimo más rentable.
Simplemente vamos a observar los hechos sin introducir ninguna noción de bien o de mal.
Saca tus propias conclusiones y elige.
Ventajas de la posición de victima
Podemos quejarnos.
Llamamos la atención de la gente bondadosa. Las “victimas” profesionales están muy bien vistas en nuestra sociedad.
Poseemos una excelente justificación para nuestros fracasos y para no emprender nada para mejorar nuestras vidas.
Podemos censurar a los otros y encontrar así una vía de escape inconsciente a la insatisfacción de la vida y a todo nuestro paquete de emociones negativas.
Podemos confabular y tener la impresión de que los otros nos dan la razón.
Podemos declararnos en guerra y vengarnos sintiendo que tenemos derecho a ello, otra vía de escape para la violencia interior proveniente del bagaje emocional negativo que hemos reprimido.
Podemos juzgar a los otros como incorrecto y de esta manera hacernos la ilusión de que somos correctos.
Podemos sentirnos superiores a los demás (compensación de la falta de autoestima).
Superficialmente evitamos el sentimiento de culpabilidad personal puesto que siempre la culpa es de los otros (compensación de un fuerte sentimiento de culpabilidad reprimido).
Podemos manipular haciendo creer a los otros que son culpables, en la medida en que estos se lo crean; esto es muy frecuente y por lo tanto poco eficaz.
Costes de la posición de victima
Estrés, miedo, ansiedad, inseguridad.
Emociones negativas: resentimiento, cólera, agresividad, desconfianza, arrogancia, celos, desesperación, etc.; bagaje que resulta cada vez mas difícil de soportar con el transcurso de los años.
Además ocasiona sufrimientos emocionales de todo tipo: Frustración, impresión de carencia. Insatisfacción permanente, expresada o reprimida. Sentimiento de “pobre de mí”.
Decepción constante en las relaciones: dificultad en mantener unas relaciones sanas y agradables. Incapacidad de comunicar saludablemente. Represión o explosión de la agresividad.
Incapacidad de centrarse en uno mismo.
Ausencia de sabiduría.
Incapacidad de objetividad y discernimiento.
Falta de integridad.
Miedo al engaño.
Soledad, sentimiento de estar separado de los otros. Bloqueo, hermetismo.
Complejo de persecución.
Incapacidad de amar incondicionalmente.
Impresión de ser un mártir sacrificándose por los demás.
Sentimiento de vivir en un mundo ingrato.
Incapacidad de recibir.
Sentimiento de justicia e impotencia.
Incapacidad de cooperar. Resistencia a toda forma de autoridad.
Dramatización, fracaso.
Altamente manipulable por todo aquello que activa las programaciones negativas.
Falta de propia estima, sentimiento de culpa.
Mucho trabajo, poco éxito, pocas diversiones.
Incapacidad de experimentar la dicha, la ligereza, el humor, la paz, la verdadera calma, la gratitud por la vida.
Incapacidad de captar la belleza y de gozar del aquí y ahora.
Cansancio, enfermedades (insomnio, dolores de cabeza, problemas cardiacos, problemas digestivos, depresión nerviosa, artritis, ulceras, cáncer, etc.)
La victimitis puede ser una enfermedad mortal…
¿Cuál es tu elección?
Una vez examinada las ventajas y los costes del estado de animo de victima, quizás decidamos, y ésta es una elección estrictamente personal, que los costes son demasiado elevados con relación a lo que nos procura.
¿Puede curarse la victimitas y, en caso afirmativo, cómo?
En el interior de cada persona reside el Ello que es todo amor, todo sabiduría, todo alegría, todo poder y todo luz.
Podemos liberar esa fuerza creadora extraordinaria que hay en nosotros y ayudar a los otros a hacerlo igualmente, por lo que aceptamos reconocer nuestros limites y nuestras barreras, y los miramos bien de frente a fin de poder superarlos, y volver a encontrar la luz, la libertad y el poder de nuestro propio Ello.
Dejemos de ser victimas,
podemos.
Fuente: Annie Marquier
Imagen: Montserrat Gaudiol
Mamen Lucas
Ona Daurada
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