El contacto con la Naturaleza – Reflexión

La Naturaleza es un gran Maestro, fuente de belleza y de radiación vibratoria muy elevada. Saber sincronizarse a su ritmo es una clave importante para la transformación.

El mundo decadente en que vivimos ha separado a millones de personas del contacto con la Naturaleza; la agresividad y la violencia que hay actualmente en las ciudades es una de sus consecuencias.

El ser humano necesita el contacto profundo con la Naturaleza en todas sus formas

Tomarse el tiempo necesario para vincularse profundamente con las fuerzas de la Naturaleza en medio del silencio, de la meditación o durante un paseo o estancia en el bosque, por ejemplo, proporciona un alimento espiritual del más alto nivel.

A ello va unido, como es natural, un profundo respeto por la Naturaleza que permite establecer contacto con las fuerzas sutiles que generan esa belleza.

Los «espíritus de la Naturaleza», los grandes «devas» del agua, del viento y de todas las fuerzas que mantienen esa potente vida en el seno de la Naturaleza tienen mucho que enseñarnos.

Son energías conscientes, distintas a nosotros, ciertamente, pero que participan de forma activa en el mantenimiento y florecimiento  del planeta.

Respetando su presencia, abriéndonos a ella podremos enriquecer enormemente nuestro camino interior.

No podemos escapar al hecho de que vivimos todos en un inmenso campo de energía cuántica del que la Naturaleza, con todas sus energías sutiles y conscientes, forma parte.

La «buena» relación que mantengamos con ella es primordial para nuestro bienestar a todos los niveles.

Es evidente que la civilización actual ha olvidado por completo el respeto que le debe y explota de forma violenta y frenética todos los recursos naturales.

De entre todas las fuerzas de la Naturaleza, el agua es la que produce en nosotros, seres humanos, el impacto más benéfico.

Como bien sabemos, el agua es el símbolo de las emociones.

Además, alimenta multitud de vidas sutiles que ejercen una acción purificadora en el entorno.

En el plano físico, se utiliza para lavar y limpiar. Para lavarnos la cara o un vestido, no utilizamos tierra ni aire ni fuego, sino agua.

Lo mismo ocurre en los planos sutiles.

Los elementos sutiles del agua tienen también un efecto purificador en nuestros cuerpos sutiles, en especial en el cuerpo emocional.

Estar cerca de aguas tranquilas en un lugar apacible, meditar y abrir el corazón para recibir su energía, aporta mucha paz y serenidad al cuerpo emocional.

El agua del mar, más activa, proporciona una sanación diferente, más dinámica, ya que en general está unida al espíritu del viento.

Todas esas energías, cualquiera que sea el nombre que se le dé, forman parte del campo cuántico y podemos acceder a él.

Annie Marquier

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