La meditación en la acción

La meditación en la acción

 

Meditar es ver el mismo mundo sólo que con otros “ojos”, es atreverse a mirar allí donde lo desconocido guarda secretos sin nombre.

El objeto fundamental de la meditación externa, o en la acción, es percibir los objetos del mundo mediante los sentidos con total y eficiente atención; y esto implica fluir en el “eterno presente”. El presente es el acto de percepción más auténtico que existe.

En el siguiente texto, Sesha, con la sensibilidad y la destreza de aquel que sabe, nos ofrece una herramienta teórica para vivir la inigualable experiencia del eterno presente.

 

La meditación en la acción

 

«… Observe apaciblemente su entorno. Contacte con la corriente de vida inmersa en el presente y note en qué momento su estabilidad y con­tinuidad de percepción se pierde. Pase de un objeto a otro de su cercanía. Vívalos como si fuese la primera vez. Permítales ser descubiertos existiendo nuevamente tal como los conoció la primera vez.

¿Nota el instante en que pierde la capacidad de estar presente?

¿Qué ocurre en el mismo instante en que lo pierde?

Pregúntese qué pasa con el espacio, el tiempo y el «yo» mientras permanece aún en ese instante. Ahora no importa lo que los demás piensan respecto a lo que usted es o debe ser, ni tampoco interesan las ideas de nuestros grandes pensadores. Usted está solo con usted, practique y concluya”.

 

La meditación en la acción

 

“Si realmente practica y es honesto con su propia experiencia, notará cómo en el mismo instante en que aparece un pensamiento su presen­te se diluye. Además, podrá concluir la absoluta inexistencia de tiempo espacio y «yo» mientras logra permanecer suficiente tiempo en la experiencia del presente…»

 

La meditación en la acción

 

«… Sea observador concienzudo de su propia capacidad de conocer y láncese a conocer. Sitúe la atención en estar simplemente presente, no se esfuerce por ser o parecer. Diluya toda tensión, permanezca libre de todo anhelo y tan solo permita a la conciencia ser partícipe de su inhe­rente naturaleza: conocer. Ahora desde allí conozca, conózcase, y siéntase perplejo ante la infinita realizad que vive. Verifique entonces desde su inconmensurable experiencia su ilimitada naturaleza…»

 He aquí, pues, el quid de la cuestión:

 el truco de la vida no consiste en hallar las acciones

fuentes de felicidad sino en realizar cualquier acto

desde el sitio generador de la propia felicidad:

 el presente.

 

Imagen : Tomás Sánchez

Mamen Lucas

Ona Daurada

 

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