Gran parte de nuestra vida es vivida en el núcleo familiar. En una familia nacemos y probablemente hemos formado, o formaremos, nuestra propia familia.
La familia en la que hemos nacido no la hemos elegido nosotros, pero sí elegimos a la persona con la que creamos la nuestra (cualquiera que sea su conformación), y a los hijos, si los tenemos, tampoco los elegimos.
La familia desde el punto de vista metafísico
Desde el punto de vista metafísico se dice que existen grupos llamados “familia de almas” constituidos por, más o menos, trecientas almas y que a lo largo de los tiempos nos reencarnamos para trabajar juntos en distintas vidas; aunque esporádicamente se producen intercambios entre grupos.
Se puede nacer en una familia menos evolucionada para ayudarla, o bien, formar parte durante una vida, de una familia de más nivel de conciencia para acelerar nuestro aprendizaje.
También se cree que de forma energética elegimos a nuestros padres y que de acuerdo con ellos y con la ayuda de nuestros guías esbozamos nuestra próxima vida, adecuada para resolver las propuestas de nuestra alma.
Algunas personas sienten que no es la primera vez que aman a su pareja y que ese amor viene desde muy lejos en el tiempo.
Influencia de la familia
Sea como sea, es indudable que la familia de origen influye de manera importante, no sólo en las distintas áreas de nuestra vida, sino también en quiénes somos y quiénes seremos.
La familia nos inculca los valores y las creencias, nos enseña a mirar el mundo y a ubicarnos en él.
Es en la familia donde se forma nuestro mundo emocional, donde aprendemos a poner nombre a lo que sentimos, a lidiar con las frustraciones, a desarrollar nuestra autoestima y a saber como actuar ante diversas situaciones.
Quizás lo más importante que nos entrega nuestra familia es el sentido de pertenencia, el saber que pertenecemos a algo mayor y que nos hace seres únicos y diferenciados.
Por supuesto que los atributos que nos ha dado nuestra familia no son necesariamente los mejores existentes (cada familia es diferente), sino que nos entrega su forma particular de ver y hacer las cosas en el mundo, la “visión del mundo”.
Nuestra propia familia
Si creamos nuestra propia familia y tenemos hijos, queramos o no, le vamos a transmitir, junto con nuestra pareja si la hubiera, nuestra forma de ver el mundo. Tenemos, pues, la oportunidad de elegir cómo deseamos que sea. Si crecemos como persona ellos crecerán. Es nuestra contribución a la evolución de la humanidad.
Reflexionar sobre estas preguntas puede ayudarte:
¿Qué gestos aumentarían el nivel de intimidad con mi pareja?
¿Qué tres actitudes podrían mejorar mi relación de pareja?
¿Qué agradable sorpresa puedo prepararle hoy a mi pareja?
Tú la has elegido, cuídala, mímala. El amor debe ser expresado para que no se agoste.
¿De qué formas puedo expresar amor por quien siento amor?
Hay infinitas formas de hacerlo, sólo tú sabes cuales son las que más le llegan a esas personas que amas.
¿De qué formas puedo ser más generoso en mis relaciones?
Recuerda que ser generoso no es sólo dar cosas materiales, es importante entregarte como persona.
¿Qué nos hará reír juntos y aumentar nuestro sentido del humor?
El humor es una de las energías más poderosas.
¿Qué cinco valores principales desearía transmitirles a mis hijos?
Piensa que para transmitir un valor tú tienes que tenerlo como tal.
¿Cómo puedo hacerles más agradable la vida a mis padres?
Tienes tanto que agradecerles, puede que creas que no es así,… pero de entrada le debes la vida.
“Me sostengo con el amor de mi familia.”
Maya Angelou
Imagen: Wilfredo Alicdon
Mamen Lucas
Ona Daurada
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