Los mensajes verbales o palabras son tan solo una de las modalidades a través de las cuales las personas se comunican e influyen unas en otras. Existen muchas otras formas no verbales en que las personas interactúan y se envían mensajes, como establecer contacto visual, asentir con la cabeza, llorar, señalar con el dedo o subrayar con el tono de voz. La comunicación no verbal es tan importante, si no más, que la comunicación verbal.
La comunicación no verbal
La comunicación no verbal incluye indicios y señales como la expresión facial, los gestos, la postura, los cambios en el tono y el tempo de la voz, y el movimiento ocular. Los indicadores no verbales son a menudo “metamensajes”, es decir, mensajes acerca del contenido verbal que uno está expresando. Con frecuencia determinan el modo en que la comunicación verbal será recibida e interpretada.
Impacto de las señales no verbales
Las señales no verbales como la expresión de la cara y el tono de voz, tienen un impacto más bien emocional, y determinan los “sentimientos” que suscitará lo que la persona dice. De hecho, los mensajes no verbales tienden a reflejar e influir en nuestro estado interno, mientras que los mensajes verbales están más asociados con el proceso cognitivo.
La comunicación no verbal es más “primitiva” y constituye la modalidad primordial que utilizan los animales para comunicarse entre sí (y nosotros con ellos).
De este modo el tono que utilicemos al hablar con otras personas ejerce un gran impacto sobre cómo va a ser “oído” y “recibido” el mensaje.
En general, solemos fijarnos preferentemente en los aspectos verbales de la comunicación, y nos pasa inadvertida la parte no verbal de ésta.
Las palabras correctas,
pronunciadas con el tono de voz inapropiado,
o con la expresión de voz inadecuada,
suelen producir el efecto contrario al deseado.
Congruencia de nuestros mensajes
El grado de congruencia entre nuestros mensajes no verbales y nuestras palabras procede, en primera instancia, con nuestra propia congruencia con lo que estamos diciendo, es decir, de la congruencia entre el “mensaje” y el “mensajero”. Por tanto el estado interno en el que estamos cuando hablamos es tan importante como el de quien nos escucha.
Aprender a escuchar los indicadores no verbales, así como a prestar más atención a nuestro propio estado interno, puede ayudarnos a incrementar en gran medida nuestra eficacia al comunicarnos.
Fuente: Robert Dilts
Imagen: Gabriel Portolés
Núria Batlle
Ona Daurada
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