¿Cómo puedes conocer tu Yo Real?

 

Ese Yo, tu Yo Real,  es la única experiencia que tienes que nunca cambia. 

Para llegar al conocimiento de tu Yo Real, de tu Yo Verdadero, imaginemos que la Inteligencia, que ha dado origen al big bang y ha evolucionado hasta llegar a los átomos, las moléculas, las células y los organismos vivos, que ha explotado en los cielos en forma de supernovas y polvo de estrellas, que ha dado lugar a los reinos mágico, mítico, racional, pluralista e integral de la cultura, que late en cada gota de lluvia, resplan­dece en cada rayo de luna, cae en cada copo de nieve y respira en la vida de todo ser sensible está contemplando ahora direc­tamente desde tus ojos, palpando el mundo con la yema de tus dedos, escuchando con tus oídos, percibiendo con tus sentidos y observando a través de tu conciencia. Este es el Espíritu en primera persona, el Espíritu como único Yo Verdadero, el úni­co y mismo Espíritu que mira a través de los ojos de cada ser sensible, el mismo Yo Verdadero (el único en todo el Kosmos) que late en el corazón y cabalga a lomos de la respiración de cada ser vivo.

La sensación de Yo Soy que hay en ti es la mis­ma que la de «Antes que Abraham fuera, Yo Soy», el mismo Yo Soy anterior al big bang, el Yo Soy que nunca entra en la corriente del tiempo y solo se encuentra en el ahora atemporal, el Yo Soy que nunca ha nacido y nunca morirá, que no ha sido creado, construido, elaborado ni configurado.

 Ese Yo Soy es el Espíritu y el Yo de todo el Kosmos hasta el fin de los mundos.

¿Me permites que te lo presente?

Este es tu Yo Real.

 

 

¿Y cómo puedes encontrar ese Yo Real?

Es muy sencillo: sé simplemente consciente, ahora mismo, de lo que sientes que es tu yo, de tu yo típico, cotidiano y ordinario, sé simplemente consciente de eso. Pero date cuenta cuando lo hagas que, en realidad, son dos los yoes implicados.

Por una parte, está el yo del que habitualmente eres consciente (es decir, el que tiene tal estatura, pesa tantos kilos, tiene tal trabajo, mantiene tal relación, etcétera), pero, al mismo tiempo, está el Yo que es consciente de todos esos objetos (es decir, el Yo observador, el Testigo, el Vidente, El que mira).

Y resulta que el Vidente no puede ser visto, porque todo lo que puedes ver no son más que objetos que nada tienen que ver con el verdadero sujeto, con el Yo Real, con el Vidente. Este Yo observador o Vidente Real nunca puede ser visto como objeto. Cuando buscas al Vidente real, al Yo Testigo verdadero y te das cuenta de que es neti, neti (es decir, que «no es esto, ni aquello» ni ningún otro obje­to que pueda ser visto), sino el Vidente mismo, descubres una sensación de Libertad y de Liberación de la identificación con cualquier puñado de pequeños objetos finitos. Este pequeño yo objetivo, que puede ser visto y sentido, no es un Yo Real, no es un Sujeto real, sino un puñado de objetos con los que errónea­mente te has identificado. En tal caso, en lugar de identificarte con la Conciencia vacía, abierta, infinita, libre y liberada, lo has hecho con el ego encapsulado en la piel, con la sensación de identidad separada y con la contracción en ti mismo. (…)

Y tú eres un Espíritu puro en primera persona, la Conciencia pura sin objeto, el Sujeto puro, el Yo consciente de los pequeños objetos y sujetos o, como afirma el Madhyamika-Yogachara:

La Conciencia pura e incalificable en tanto que Vacuidad radi­cal pura o

 Libertad y Liberación última, abierta, transparente, desnuda,

 resplandeciente, luminosa, infinita, atemporal, eterna, sin frontera,

separación, limitación, carencia, deseo ni miedo.

 

 

¿Dónde está ese Yo Verdadero, ese Yo Real?

Es el que ahora mismo está leyendo las palabras de esta página, el que me mira y escucha mi voz, el que es consciente de esta habitación y contempla el mundo como una maravillosa manifestación de su propia tex­tura autoliberada. Es el mismo Yo Soy que ahora mismo puedes sentir, el mismo Yo Soy que sentiste la semana pasada, el mes pasado o el año pasado. El mismo Yo Soy de hace diez años, cien años, un millón de años, mil millones de años y hasta el mismo big bang que existe en el Ahora atemporal, el cien por cien del cual está completamente presente en cada instante del tiempo, sin comienzo y sin final.

 Ese Yo es la única experiencia que tienes que nunca cambia. 

 

Texto de Ken Wilber extraído de su libro “El cuarto giro”

Imagen: Besso Arbolishvili

Mamen Lucas

Ona Daurada

 

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