Basta decir la palabra “Perdona” y la reacción de algunas personas es inmediata: “¿Estás de broma?”, “¡Jamás!”, o “¿Perdonarla después de lo que me ha hecho?”.
A veces es posible que la sola idea de perdonar a alguien intensifique los sentimientos de cólera y rabia. Otras veces, puede que la idea produzca un inmediato alivio.
Tómate unos minutos y fíjate en qué te evoca la sugerencia de perdonar a alguien. Trae a tu mente una persona a quien consideras causa de algún sufrimiento personal. ¿Cómo te sientes ante la idea de perdonarla? ¿Qué significa para ti perdonarla? ¿Qué tendrías que hacer para perdonarla?
Todos tenemos un conjunto de ideas preconcebidas sobre el perdón, ideas que van acompañadas de sentimientos que las mantienen firmemente arraigadas. Nuestro concepto del perdón puede provocar dos cosas: o bien imposibilitarnos, limitando nuestra capacidad para la claridad y la alegría, o bien animarnos, ofreciéndonos una manera de dejar atrás el pasado y ser libres para vivir con mayor paz y felicidad.
Lo que crees sobre el perdón te abre o te cierra posibilidades, determina tu disposición a perdonar y, por lo tanto, influye profundamente en el tono emocional de tu vida.
El perdón no cambia el pasado, pero amplía el futuro.
Paul Boese
La rabia y el rencor
El motivo más obvio para perdonar es liberarnos de los efectos debilitadores de la rabia y el rencor crónicos. Al parecer, estas dos emociones son las que más convierten el perdón en un desafío, a la vez que una grata posibilidad para quien desee una paz mayor.
Como todos sabemos, la rabia y el rencor son emociones muy fuertes que desgastan nuestra energía de muchas maneras.
Cuando vayas quitando las capas, probablemente descubrirás que es rabia en realidad es un sentimiento superficial. No en el sentido de que sea trivial o falso, sino en el de que hay muchos otros sentimientos y dinámicas por debajo de él. Cuando nos perdemos en la rabia nos volvemos sordos a nuestros sentimientos más profundos. Hemos aprendido a escuchar sólo aquellos que saben gritar más fuerte.
Reflexión
Haz una pausa y piensa en alguna ocasión en que te hayas enfadado. ¿Cómo te sentías?… Ahora respira hondo y adéntrate en tus sentimientos. ¿Qué ves debajo de tu rabia? ¿Ves miedo? ¿Tristeza? ¿Inseguridad? ¿Desamparo? ¿Impotencia? ¿Sientes que te han herido o abandonado? ¿Tienes una sensación de desilusión antes expectativas no satisfechas o sueños no realizados? Mira aún más profundamente. Bajo ese miedo, esa frustración,…, ¿hay un ruego a alguien de que te preste atención, de que te escuche? ¿Hay una petición, consciente o inconsciente, de respeto, reconocimiento, de respeto, reconocimiento, interés o amor?
Resentimiento
Cuando surge la rabia puede expresarse abierta y directamente, o puede ocultarse debajo, donde se expresa de un modo callado y persistente en forma de resentimiento crónico.
Se ha comparado el resentimiento al acto de aferrarse a una brasa encendida con la intención de lanzársela a otro quemándose uno la mano mientras tanto.
Para muchos de nosotros, dejar marchar la rabia y el resentimiento supone un gran riesgo, porque nos parece que obtenemos algo al aferrarnos a ellos. Estos beneficios llamados “ganancias secundarias”, suelen ser inconscientes y tienen mucho poder hasta que tomamos conciencia de ellos y descubrimos formas de reaccionar más sanas.
Cuando guardas rencor,
quieres que el dolor de otra persona refleje tu nivel de dolor,
pero ambos raramente se encuentran.
Steve Marabol
Trátate con amabilidad
El acto de perdonar nos exige reflexionar sobre conceptos elementales que posiblemente hemos dado por sentados o que jamás hemos puesto en duda. Si eres como la mayoría de personas, tendrás cierta tendencia a juzgarte por un buen número de cosas: “¿Cómo puedo pensar de esta manera?”, “Tendría que estar dispuesta a perdonar”, “¡Estoy enfadado y no quiero perdonar!”.
En realidad, ser amable con uno mismo es, de por sí, un gran acto de perdón para con uno mismo. Al margen de los pensamientos y sentimientos que surjan, afirma tu compromiso de tratarte con amabilidad.
La dureza con uno mismo alimenta un ciclo contraproducente que quita poder y favorece el sentimiento de culpabilidad y la falta de respeto por uno mismo.
Lo creas o no, siempre, en todo momento,
has hecho lo mejor que podías hacer
dado el grado de amor o temor que sentías
Fuente: Robin Casarjian
Imagen: Paloma Avellaneda
Núria Batlle
Ona Daurada
Enlaces Relacionados:
https://onadauradaentrena.com/perdonar-es-un-acto-espiritual/
https://onadauradaentrena.com/diez-preguntas-que-pueden-cambiar-tu-calidad-de-vida/
https://onadauradaentrena.com/la-empatia-es-la-aptitud-basica-de-la-conciencia-social/
https://onadauradaentrena.com/tus-grandes-recursos/
Hola, me encanto tu blog y me emociono ver que te gustaron mis pinturas, me siento alagada, por que veo que mi trabajo no es esteril, me hace feliz que las compartas mas cuando es un blog de desarrollo humano y espiritual. Pero mi nombre es Patricia, no paloma (perdon si sueno un poco narcisista) . Aprovecho para invitarte a ver mi blog en donde subi obra nueva del 2019, y para finales de seste año subire la produccion del 2020. Te envio un saludo y grandes deseos de bienestar.
Patricia Avellaneda
Muchas gracias Patricia por tu comentario. Nos gustaron tus pinturas y por esto las utilizamos en nuestro blog. Nos hace muy felices que te guste. Vamos a visitar tu blog para seguir tu producción y aprovechamos la ocasión para pedirte permiso para utilizar tus pinturas en otras ocasiones.
Perdona por cambiarte el nombre.
Saludos y de nuevo, muchas gracias.