El Yo Superior, el Verdadero Yo, el Testigo, la Esencia, el Centro. ¡Cuantas palabras utilizamos para nombrar aquello que hay de divino en nosotros!
El Yo Superior, (o cualquiera de las palabras que utilicemos) se considera como la chispa divina, o el propio Dios dentro de cada individuo, el lugar o el espacio donde ya somos uno con Dios. En cada célula, en cada átomo, en cada partícula de nuestro ser físico y espiritual hay un algo divino que contiene esta conciencia divina interior.
Ese “yo” tiene una misión a realizar en esta vida, el Yo Superior y la tarea de la vida corporal de cada uno es único.
La tarea vital
La tarea vital tiene dos vertientes, una a nivel personal que consiste en aprender a expresar una nueva parte de la propia identidad siendo uno con el Creador sin perder la propia individualidad, y otra vertiente a nivel mundial.
La tarea mundial es un don que introduce cada alma en la vida física para aportarlo al mundo, normalmente es el trabajo que llega a la persona en su juventud. Un artista aporta su arte, un músico sus melodías, un medico el don de curar, una madre su capacidad para criar y su amor, un investigador o científico sus conocimientos, etcétera.
A veces la persona pasa por multitud de trabajos hasta encontrar lo que ella entiende que es su trabajo vital.
El poder y la claridad de hallar esta tarea vital dependen en gran medida de que se cumpla la tarea personal de aprendizaje.
El cuerpo del individuo es la manifestación en el mundo físico de los campos energéticos que rodean a cada persona y del cual forma parte y estos campos energéticos contienen la tarea de cada alma.
El carácter de la persona es el adecuado para llevar a cabo la tarea personal que ha elegido para encarnarlo y realizarlo.
Amarse incondicionalmente
A menudo no nos gusta como somos y no conseguimos realizar nuestra misión; pero a medida que nos trabajamos podemos llegar a aceptarnos, podemos conectar con nuestro yo interior, con la verdad, con el amor, podemos llegar a la autorrealización. Aunque no habremos llegado del todo mientras no seamos capaces de amar incondicionalmente.
Amar incondicionalmente es un concepto un tanto confuso, no se trata de ir diciendo que quieres a todo el mundo sino ser capaz de aceptar a cada persona tal como es, de ser capaz de ponerse en su piel.
Para conseguirlo, primero hay que empezar por uno mismo y preguntarse:
¿Puedo amarme incondicionalmente aunque vea mis propias limitaciones?
¿Puedo perdonarme cuando he embrollado las cosas?
¿Puedo después de haberlo liado todo serenarme y decir: Bueno, tengo que sacar alguna enseñanza de esto, soy una mujer o un hombre de Dios, me realineo con la luz y sigo mi marcha, cueste lo que cueste voy a encontrar mi camino de regreso a mi Dios interior, mi camino de regreso a casa?
El Yo Superior es nuestro hogar, nuestra casa, saldremos de ella mil veces al día, pero esas mil veces regresaremos a ella.
No importa salir, lo importante es darse cuenta y volver.
El Yo no mora para siempre en el tiempo,
sino en el presente atemporal que precede al tiempo,
a la historia, al cambio y a la sucesión.
El Yo no está presente en un ahora que perdure
eternamente-una noción en verdad espantosa-
sino que está presente como Presencia pura.
Ken Wilber
Fuente: Bárbara Ann Brennan
Imagen: Ivailo Petrov
Mamen Lucas
Ona Daurada
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