Llamamos silencio al preludio de la lucidez. Silenciar es acallar lo conocido, lo que ya ha caído en la confusión de los opuestos pensados. Por eso el silencio de las representaciones, de la interpretación relativa, es imprescindible para descubrir la plenitud de la lucidez. Y la lucidez no toma en cuenta el pasado. Es una conmoción, una revolución para la memoria repetitiva.
El silencio es una lúcida apertura a lo real desconocido.
El silencio es una música inteligente, callada sí, pero no muda. Porque en el silencio surge la inteligencia creadora, esa fuerza trascendente e inmanente que transforma la existencia humana.
Y la plenitud del silencio se puede expresar en palabras que impulsen sentimientos y acciones en creación incesante. Pero vivirla es ante todo dejar paso a una revelación que es una revolución.
Aprender a escuchar el silencio
Al adentrarnos en el silencio se irá deshaciendo la visión relativa, el conocer como relación entre las representaciones pensadas. Y es entonces cuando se descubrirá aquello que para el pensamiento relacional es imposible: la presencia de lo uno, la unidad de conciencia.
Desde el silencio sabremos que todo lo que percibimos en el estado de conciencia dual no son sino maneras relativas de ver la única realidad absoluta. Mientras nos adentramos en el silencio dejaremos los métodos y los esfuerzos para conseguir ser algo en particular o vivir mejor.
Aprender a escuchar el silencio
es aprender a ser y vivir con autenticidad.
La belleza del silencio
El silencio hace posible la melodía de la belleza, una melodía siempre viva pero habitualmente oculta tras las inquietudes que forman el ruido de lo psicológico. Mientras escuchamos música aprendemos a escuchar el silencio, tamizado por el tiempo.
La verdadera música del silencio estará siempre por descubrir hasta que se produzca la revolución primordial: la disolución del yo separado en la belleza de la verdad.
El aprendizaje es una atención vigilante, es escuchar la plenitud del ser allí donde parece que nada hay. Donde no aparecen cosas en que pensar, la presencia de lo verdadero se revela como lo único.
La vida vivida desde la contemplación silenciosa de lo real
es expresión espontánea de la belleza.
Fuente: Consuelo Martín
Imagen: Elizabeth Gadd
Núria Batlle
Ona Daurada
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