Caricias emocionales

Existen tipo diferentes de caricias psicológicas que resultan muy útiles para establecer una buena relación con los demás: se trata de detalles muy simples como, por ejemplo, recordar el nombre de nuestro interlocutor, sonreír, escuchar con atención a quien nos habla, hacerle sentir importante, y evitar lamentos en todo momento o situación.

En todo caso, es imprescindible ser siempre consciente de lo importante que es demostrar auténtico interés hacia nuestro interlocutor, que se sentirá muy agradecido.

Interesarse sinceramente por los demás

Si quieres conseguir amistades y relaciones verdaderas, aprende a interesarte sinceramente por los demás.

Es fundamental que la muestra de interés sea sincera, que nuestro interlocutor la perciba como lo que es: una caricia incondicional, un fin en sí misma, que no tiene ninguna segunda finalidad.

La mejor manera de interesar a los demás es hablando de ellos, no de nosotros mismos.

Recordar la palabra más importante: el nombre

Una de las caricias psicológicas más importantes y potentes que podemos ofrecer a nuestro interlocutor es recordar su nombre y pronunciarlo.

Los psicólogos sostienen que, salvo en raras excepciones, el propio nombre es, para cada uno de nosotros, el sonido más importante y dulce que existe.

Cualquier conversación, propuesta o saludo adquieren mucho más valor si lo personalizamos con el nombre de la persona a quien nos dirigimos. De este modo, transformaremos nuestro mensaje en único y exclusivo.

Sonreír y hacer sonreír

Una de las caricias psicológica más sencillas y espontáneas que existen es la sonrisa. Somos los únicos seres vivos con la capacidad de reír y sonreír, y a menudo olvidamos que la sonrisa es uno de los recursos más naturales de los que nos podemos servir para suscitar en los demás confianza y disponibilidad hacia nuestra relación. Si quieres iniciar nuevas relaciones y consolidar las que ya tienes, si deseas que los demás se sientan felices a tu lado, es necesario que les muestres realmente lo contento que estás también tú en su compañía.

El valor de una sonrisa es inmenso, a pesar de no costar nada, porque resulta espontánea en todos desde la niñez. Es un medio de comunicación y de atracción, un ofrecimiento de nosotros mismos, un reclamo que, si hacemos sinceramente, nos vuelve irresistibles. De la sonrisa nacen la simpatía, la sintonía, la capacidad de penetrar en el alma de los demás, de identificarse con ellos, de ser partícipes.

La sonrisa es un mensaje de buena voluntad y de amistad, que ilumina la vida de todos los que nos ven. Un comportamiento alegre irradia seguridad, y nuestra sonrisa, sobre todo para los que en esos momentos tienen problemas, será como un rayo de sol.

Recuerdo un dicho de mi abuela:” Si te ríes de ello,

ya no llorarás más

Saber escuchar

La atención es una de las caricias psicológicas más importantes que podemos ofrecer a nuestro interlocutor. Dejar hablar es importante, pero no es suficiente: también es necesario aprender a escuchar.

Saber escuchar implica también demostrar que se ha entendido. Permanecer con la boca cerrada, asintiendo de vez en cuando, no es escuchar. Como instrumento de comunicación, el escuchar se usa más que la lectura y la escritura juntas y, sin embargo, es menos valorada.

¿Cómo es posible llegar al máximo en el arte de la escucha?

  • Es necesario estar siempre presente, evitando pensar o hacer otra cosa, centrándonos así en el interlocutor.
  • Lo mejor es tomar apuntes, incluso por teléfono.
  • Es necesario interpretar el mensaje. Esto puede hacerse de manera eficaz, cuando nos esforzamos por ir más allá del contenido verbal, controlando también los mensajes no verbales del interlocutor.
  • Hay que ayudar al que habla haciendo preguntas, mostrando interés, participando, prestando atención.
  • Escuchar con todo el cuerpo.

Escucha mirando a los ojos,

después sigue escuchando y,

finalmente, habla.

Fuente: Stefano Di Benedetto

Imagen: Annick Redor

Núria Batlle

Ona Daurada

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