Los investigadores llaman intención de implementación, al plan que se establece de antemano para definir cuándo y dónde se va a actuar, cómo intentas implementar un hábito en particular.
De manera general, el formato para crear una intención de implementación es: “Cuando la situación X se presenta, yo voy a realizar la respuesta Y”.
Las intenciones de implementación aumentan las probabilidades de que las personas se apeguen a hábitos como reciclar, estudiar, dormirse temprano y dejar de fumar.
La intención de implementación
El concepto central está claro: las personas que hacen un plan específico que determina cuándo y dónde van a realizar un nuevo hábito tienen más probabilidades de hacerlo con éxito. Es mucha la gente que trata de cambiar sus hábitos sin definir estos detalles básicos.
Nos decimos a nosotros mismos: ”Voy a comer de manera más saludable” o “Voy a escribir con mayor frecuencia”, pero nunca nos decimos cuándo y dónde van a suceder estos hábitos. Lo dejamos al azar y esperamos que “nos acordaremos de hacerlo” o nos sentiremos motivados cuando llegue el momento correcto.
Muchas personas creen que les falta motivación cuando en realidad les falta claridad. No siempre resulta obvio dónde y cuándo hay que realizar una acción. Una vez que la intención de implementación se determina, no tienes que esperar a que la inspiración se apodere de ti.
La manera sencilla de aplicar esta estrategia a tus hábitos consiste en completar la siguiente frase:
Haré (CONDUCTA) a las (TIEMPO) en (LUGAR)
Por ejemplo: Haré ejercicio durante una hora a las 17.00 en el gimnasio de mi barrio.
Si no estás seguro de cuándo iniciar tu hábito, intenta hacerlo el primer día de la semana, del mes o del año. La mayoría de la gente prefiere iniciar el cambio durante esos días porque la esperanza alcanza los niveles más altos. Si tenemos esperanza, tenemos una razón para realizar la acción. Un nuevo comienzo siempre resulta motivante.
Existe otro beneficio de las intenciones de implementación. El ser específico acerca de lo que quieres y cómo vas a obtenerlo te ayudan a decir no a las cosas que te desvían del proceso, que distraen tu atención y te sacan del curso.
Da a tus hábitos un tiempo y un lugar para habitar en este mundo. La meta es lograr que el tiempo y el lugar sean tan obvios que, después de repetir los hábitos un suficiente número de veces, sientas la urgencia de hacer lo correcto en el momento correcto a pesar de que no puedas explicar porque lo haces. Como afirmaba el escritor Jason Zweig: “Obviamente nunca empezarás a entrenarte sin que medie un pensamiento consciente”.
Hábitos como leer más o comer mejor son causas que valen la pena, pero por sí mismas estas metas no indican cuándo o dónde actuar. Sé específico y claro. Cuanto más vinculado esté el nuevo hábito a una señal específica, más posibilidades habrá de que te des cuenta que ha llegado la hora de realizar la acción.
La primera ley del cambio de conducta es hacerlo obvio
Fuente: James Clear
Imagen: Yelena Bryksenkova
Núria Batlle
Ona Daurada
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